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DISCOGRAFÍA | CRÍTICAS DISCOGRÁFICAS
SIEMPRE ES DEMASIADO PRONTO

PABLO SÁNCHEZ QUINTEIRO


INTERPRETACIÓN | 8,5
SONIDO | 8
·································

2ª SINFONÍA "AUFERSTEHUNG"
MIAH PERSSON
CHRISTIANNE STOTIJN
CHICAGO SYMPHONY ORCHESTRA
BERNARD HAITINK

CSO RESOUND 901916
2 SACD | 82.02 (21.12 / 10.09 / 11.09 / 4.59 / 34.33)
20-22 & 25/XI/2008

Ya han transcurrido casi cinco años desde la grabación de ésta Segunda –ni más ni menos la séptima que lega Bernard Haitink a la video-discografía mahleriana -octava si se consideran como versiones diferentes el DVD y el CD de la interpretación berlinesa.

Para juzgar siempre es demasiado pronto. Tal vez por ello, aunque ya la había escuchado hace varios años -casualmente también en verano-, vuelvo sólo ahora sobre ella para reseñarla, que no para criticarla. De hecho ya podemos decir, tras el paso de casi un lustro desde su aparición, que no ha sido una grabación que haya dejado una especial huella en el mundillo mahleriano.

Es posible que la reiterada grabación de la obra por parte de Haitink haya provocado un cierto rechazo entre crítica y público. En lo que a mí respecta su escucha es una gratificante experiencia. Trasladando lo que alguien comentaba en otro terreno del arte a la música podemos decir que sólo se aprende de los grandes y de los pequeños directores. De los medianos nada podemos aprovechar. Y Haitink es sin duda alguna uno de los grandes de nuestro tiempo. Por añadidura aquí cuenta con un instrumento fabuloso grabado en vivo, tal como en las otras tres entregas de su Mahler americano, que por desgracia y como ya es acostumbrado en este director, se quedará en una empresa inacabada.

Frente a sus anteriores Segundas, ésta se nos muestra como un palacio grande, viejo y en decadencia, cuyo señor da la impresión de querer resistirse a su imparable declive. Haitink construye una Segunda sobria y concisa, pero en absoluto circunspecta. Su sempiterna obstinación es más patente que nunca. Hasta me atrevería a hablar de una malhumorada Segunda por la forma en que el discurso sonoro está intercalado de exabruptos y estallidos de energía. Sorprende la energía sobrehumana que tan frágil director es capaz de desplegar. Pero más que salidas de tono yo diría que su actitud es un reflejo de ese inconformismo sistemático que debe sentir cualquier ser humano que tiene la fortuna de alcanzar la octava década de su existencia disfrutando de un encéfalo todavía fresco y ágil.

Estamos ante una estricta toma en vivo con los inconvenientes y ventajas que esto puede generar. Al margen de las inevitables interferencias -sonido de la sala, toses- no es un sonido tan refinado como el de las dos entregas previas de CSO Resound. Pero es perfectamente apreciable y disfrutable la calidad de Chicago, muy especialmente en las intervenciones de los metales y en los solos de las maderas.

I. Allegro maestoso

A lo largo de todo el primer movimiento destaca la garra y el dramatismo que Haitink imprime al discurso, pero sin salirse nunca de un tono sobrio y conciso. Es llamativo como el trémolo inicial va dinámicamente de menos a más; no es atacado a la máxima intensidad dinámica, como en muchas ocasiones sucede. Pero eso no impide que la cuerda grave nos sobrecoja con un sonido denso e intenso.

Estamos ante una introducción rápida, expeditiva, en la que la entrada del viento (0’43”) es algo más pentrante que el pp requerido, mientras que, inversamente, el metal con sordina (1’13”) debería resultar más punzante. Sin embargo la escala descendente del metal (1’49”) es tremendamente impactante –genuinamente Chicago. Otro momento significativo son los hermosos gemidos de los oboes tras el primer clímax (2’11”).

Haitink traza en esta línea concisa la transición al nº3 Im tempo nachgeben (2’30”), el cual a su vez tampoco resulta especialmente dilatado. Como decía en la introducción, está presente desde un principio un cierto nerviosismo, una impaciencia inquietante. Pero salvo esto, Haitink rehúye cualquier tipo de circunvolución. Es una Segunda que va directamente al grano.

El clímax que precede al nº4 Wie an Anfang (3’05”) es nuevamente contundente, como todos los de esta versión. Y como era de esperar el Beruhigend (4’44”) en modo alguno supone un contraste. Incluso en el Zurückhaltend (5’00”) Haitink se las arregla para mantener vivo el nerviosismo. Es una lectura sin concesiones. Sin embargo esta sección (5’30”) es un buen ejemplo de las limitaciones de esta toma en vivo. Los acordes de las arpas no tienen la suficiente presencia. Son hallazgos tímbricos de Mahler que deberían brillar mucho más en CD. Imagino que para un ingeniero de sonido que quiera hacer un reflejo realista del sonido orquestal puede resultar incorrecto realzar artificialmente intervenciones puntuales, pero hay que pensar que en la sala hay una parte significativa del público ubicada en la proximidad de estos instrumentos y que por tanto sí puede disfrutar de la belleza de estas intervenciones ¿Por qué no aprovechar la oportunidad que los medios grabados nos ofrecen de hacer extensivo este disfrute a todos los oyentes? Con la pastoral del Sehr mässig und zurückhalten (nº7; 5’35”) Haitink se muestra por fin mucho más sutil. Es el único momento de reposo en todo el movimiento que se permite Haitink. La obstinación retorna con la marcha (7’08”) recreada por una virtuosística y poderosa cuerda grave. También resultan notables las desquiciantes llamadas de las trompas (8'49”) así como la respuesta de la percusión. En el nº13 (9’36”) las flautas aportan un mínimo reposo del que en seguida nos hace volver a la realidad un solo de violín rápido e inquietante. El Schnell nº15 (10’44”) se concluye en un extraordinario clímax.

La marcha en el nº16 sehr langsam beginnend (11’21”) inapelable, se corona en un nuevo máximo (12’51”) decibélico. Los adjetivos se repiten para el espectacular Molto piu súbito, mientras que el Nicht eilen (13’35”) no implica –acertadamente- un enlentecimiento. Finalmente el nº20 Molto pesante (14’10”) es efectivamente lento, aunque no tanto como con otros directores. Su estruendosa conclusión sobrecoge, aunque la ejecución es un tanto áspera.

La aparición del Tempo I (14’44”) resulta directa y rápida, y una vez más y sobre todo,¡obstinada! ¡malencarada! El crescendo es construido con gran autoridad y carácter y el Immer noch zurückhaltend nº23 y el immer langsamer consecuentemente concisos. Aquí echamos en falta al Haitink más bruckneriano. El movimiento concluye con un Tempo sostenuto nº18 (18’12”) muy bien construido, misterioso y sutil, y una escala descendente final (20’10”) muy lenta y remolona ¡Cómo siempre en Haitink!

II. Andante moderato

Tras la remolona escala final resulta sorprendente el tempi de este Andante. Difícil imaginar una interpretación que se abra a un tiempo más rápido; en absoluto Sehr gemächlich. Aunque la entrada de los chelos podría significar un mínimo reposo, no es así. Más aceptable resulta la aparición de la cuerda en el nicht eilen (1'19”). También este enfoque cambia la cara al Sehr gemächlich nº3 que resulta más incisivo, por no decir quisquilloso. Tras una hermosa intervención del solista de flauta los tresillos de semicorcheas de la cuerda (1'39”) resultan a esta velocidad espectaculares.

En este devenir errático la intervención de los clarinetes en el nº4 (2'08”) así como los sforzandi que coronan el etwas drängend resultan insatisfactorios. Sin embargo vuelve el acierto en la interesante transición al Tempo I (2’40”) inquietante pero bella a la vez. En esta repetición el tempi se modera ligeramente y el nicht eilen, tras una resistencia inicial, vuelve a ser ignorado. La marcha (3’43”) es correcta pero Haitink la resuelve sin recrearse lo más mínimo y los glissandi son de lo más espartanos.

El Energisch bewegt (4’23”), agitadísimo, parece una consecuencia lógica del nerviosismo anterior. No causa la sorpresa de otras versiones pero a cambio retrata un escenario muy alejado de lecturas complacientes de este movimiento; mucho más dramático. La entrada de la percusión (nº7, 4'56”) así como las llamadas posteriores de trompetas y trompas resultan espeluznantes. Es sin duda el mejor momento del movimiento.

A 5’36” se agradece con alivio el retorno a la serenidad. Otro momento sugerente es el nº12 (6’50”) Wieder ims Tempo zurückgehen. Tempo I en el que los pizzicati, leves y rápidos son un bienvenido momento de relax.

El Breit (7’53”) constituye un cantábile no excesivamente expansivo ni plenamente exultante. La alegría que nos aporta es pasajera pues su culminación (8'35”) está teñida de nostalgia que conduce a un hermoso y conciso final.

III. Scherzo In ruhig fliessender Bewegung

Como era previsible se abre con un redoble de timbal directo y cortante, muy seco, reflejo de la misma obstinación que marca a la versión desde su principio. Vaya, como si el propio Haitink hubiese cambiado la batuta por la baqueta. En este virtuoso movimiento las cuerdas y las maderas de Chicago deslumbran, imprimiendo carácter a lo que es una lectura más ácida que bucólica. La energía se refleja en las maderas danzarinas o en las incisivas violas del nº32, muy ágiles y expresivas. La misma agresividad que en el Andante era un lastre aquí resulta de lo más oportuna.

En el nº36 (3'20”) la cuerda grave abruma en la marcha que conduce a un acerado tutti (3’50”) mientras que en el nº38 (4’12”) oboe y clarinete introducen un necesario reposo. Otro destello es el nº40 sehr getragen und gesangvoll (4’52”) o la transición al Tempo I (6’10”) nuevamente vivaracho y rebosante de humor.

A 7'30” llega un buen clímax mientras que la explosión del nº49 (8’08”) resulta un tanto sobria en su inicio pero crece inapelable para recordar la intensidad del Allegro inicial. La resolución, aun siendo deliberada, resulta algo sobria.

IV. Urlicht

El Urlicht está marcado por la intervención de Christianne Stotijn, mezzo holandesa, colaboradora habitual de Haitink, dotada de un hermoso timbre de voz, aunque no alcanza las profundidades de las célebres altos que han grabado este Lied orquestal. Su O Röschen Rott es sublime como lo es la forma en la que empasta con la orquesta. Sin embargo en la fanfarria orquestal echamos en falta un mayor impacto, máxime tratándose de la orquesta de Chicago. La de cal la dan el oboe solista impecable en su molto expresivo (2’16”) y el concertino en su sentida intervención (2’45”).

Haitink y Stotijn recrean una intensa y muy vehemente plegaria en el zum Gott. El movimiento se cierra con un sutil Wieder langsam. Junto con el primer movimiento es uno de los momentos más intensos de la interpretación.

V. Finale

Aunque a los ingredientes que Haitink y Chicago han manejado impecablemente hasta ahora debemos añadir el extraordinario Chicago Symphony Chorus, estamos ante el que a mi juicio es el menos exitoso de todos los movimientos. Sí es cierto que la sobriedad y la concisión de su lectura serían coherentes con los movimientos previos, pero Haitink cae en una cierta mansedumbre. La ferocidad y el contraste dinámico del primer movimiento parecen haberse diluido. Aunque no se trata de una lectura estática sí que roza en algunos momentos lo episódico.

El cataclismo inicial, incisivo aunque ligeramente contenido, se apaga sin excesiva retórica para dejar paso a unas fanfarrias del más allá, dilatadas, salpicadas de largas pausas. Son brillantes la intervenciones solistas que anteceden al primer clímax romántico del movimiento (4'00”) pero éste resulta un tanto escéptico. Sí es más incisiva su resolución y el anuncio orquestal del O glaube (4'44”). Que la serenidad es el fin, lo demuestra el coral del metal (6'25”) que conduce a un clímax sobrio (7’38”).

Es la “Marcha de los muertos” uno de los momentos más superficiales, en el que orquesta y director parecen no dar todo lo que llevan dentro. Hay lecturas contenidas de este pasaje que logran sobrecogernos sin embargo Haitink no consigue o simplemente no busca desplegar esa carga emocional. Aunque el gran colapso del movimiento (15'30”) es verdaderamente poderoso, cuando llega es fácil que le oyente haya desconectado.

En la transición a la segunda parte del movimiento destacaría unas fanfarrias in die Ferne impecables –de agradecer en una toma live- y un hermoso diálogo de las flautas. La entrada del coro es también de libro, con un cuidado extremo en el pppp y unos bajos cavernosos pero musicales. Únicamente resulta algo molesta la excesiva pronunciación de la st en la repetida palabra erstehen.

La entrada de la soprano Miah Person (21’30”) con su grácil pero cálido timbre se ve sólo ensombrecida por un mínimo vibrato. Orquestalmente Haitink sigue en su línea estática, renunciando a la más mínima efusión en el comentario orquestal a la parte vocal.

Stotijn retorna en el O Glaub (26’20”) causando una impresión similar a la grata que nos ha dejado en el Urlicht. Para aquellos a los que su intervención les sepa a poco pueden volver a escucharla en la grabación de Jurowsky en LSO Live, concierto un año posterior. Su discreto registro grave es compensado con un convincente dramatismo. Su dúo con Persson es una auténtica delicia.

El retorno del coro masculino y un Bereite dich asombrosamente dilatado no son tan exitosos como todo el gran desarrollo coral final. Aunque Haitink no aprovecha el impacto del ataque coral al Auferstehen, la lectura alcanza por fin una gran elocuencia, con un máximo impacto orquestal y vocal, y con un órgano muy presente –no siempre es así. Destaca el fortissimo final del coro realmente espeluznante. Una coda orquestal inicialmente directa pero que poco a poco se resiste a desaparecer desemboca en una catarsis final en la que no se han conservado los aplausos.

14-VII-2013

© gustav-mahler.es