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EL MAHLER WEBERNIANO DE RICCARDO CHAILLY

PACO YÁÑEZ


INTERPRETACIÓN | 9
SONIDO | 10
·································

4ª SINFONÍA
CHRISTINA LANDSHAMER
GEWANDHAUSORCHESTER LEIPZIG
RICCARDO CHAILLY

ACCENTUS MUSIC ACC20257
DVD & BLU-RAY | 61.14 (16.50 / 8.43 / 19.47 / 8.12)
26-27/IV/2012

En el año en que conmemoramos el centenario del fallecimiento de Gustav Mahler, esta página web seleccionó como mejor grabación mahleriana de 2011 la interpretación de la Segunda sinfonía registrada en vivo por la Gewandhausorchester de Leipzig con su titular, el milanés Riccardo Chailly, al frente. Se trataba de un interpretación que venía de la mano de la edición (también en DVD y Blu-ray) de la Octava sinfonía, con tomas efectuadas en mayo de 2011, y que, en un principio, parecían tan sólo parte de la efeméride mahleriana, sin mayores visos de continuidad. Sin embargo, y para nuestro mayor gozo, dos años más tarde nos llega, también del sello Accentus, la edición de la Sinfonía Nº4 en sol mayor (1899-1901; rev. 1902-10) de Gustav Mahler en una interpretación en vivo realmente excelente efectuada los días 26 y 27 de abril de 2012, que situaría en lo más alto de esta segunda (y por ahora parcial) entrega discográfica de las sinfonías de Gustav Mahler por Riccardo Chailly.

Parte de su magnífica integral mahleriana para el sello Decca (475 6686), era una Cuarta sinfonía con la orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam (Decca 466 720-2) de verdadera enjundia, entre las más logradas interpretaciones modernas de la partitura. Procedía aquella versión de tomas registradas en la sala del Concertgebouw entre el 16 y el 24 de septiembre de 1999. Posteriormente, la Cuarta abandonaba los programas de Riccardo Chailly, y sólo once años más tarde la ha recuperado, ya al frente de su orquesta alemana. Después de haber reconsiderado la obra, destaca ahora en ella el director milanés su carácter de punto de inflexión, tras su gigantesca Tercera sinfonía, en el lenguaje, la forma y el estilo mahleriano. Sin embargo, señala también Chailly la coherencia que con las sinfonías precedentes muestra esta Cuarta, a modo de auténtico moto perpetuo; de lo cual las citas de las tres páginas sinfónicas precedentes serían un ejemplo paradigmático. A ello se une una nueva forma de concebir el medio, con influencias que dice neobarrocas, además de su agudizado sentido del humor y ligereza.

La reconceptualización de esta sinfonía efectuada por Chailly se debe a que consideraba su anterior grabación como no completamente resuelta desde un punto de vista interpretativo. En su nueva visión de la partitura prima el sentido estructural, aquí mayor, así como más articulado en sus distintos componentes (cualquiera que conozca las partituras de Mahler sabe que éstas son un organismo vivo entrecruzado por multitud de temas en floración, perfectamente apuntados y caracterizados por su autor: esas inflexiones y cambios de estado que ahora agudiza Chailly, dotándolos de mayor peso en la estructuración del discurso). Si en Ámsterdam reconoce que sobre su dirección gravitaba el peso de la tradición interpretativa que Holanda había alquitarado en esta página, especialmente a través del estudio de las partituras de Willem Mengelberg -pero también Eduard van Beinum y Bernard Haitink (aunque con respecto a la frialdad y monotonía de este último me cuesta encontrar vínculos en el Mahler de Chailly)-, ahora ha buscado un comienzo desde cero: una frescura que considera importantísima para distanciarse de la rutina y descubrir nuevos horizontes como intérprete, pues afirma que los últimos cincuenta años de tradición mahleriana han creado cierto estado de rutina que ha hecho daño a nuestra visión del compositor austriaco.

Ello no quiere decir que Riccardo Chailly obvie la tradición, y en este nuevo acercamiento ha prestado una especial atención a la interpretación que de esta Cuarta sinfonía efectuó el 10 de mayo de 1945 (primero de sus registros de esta obra) uno de los discípulos del propio Mahler: Bruno Walter, con la New York Philharmonic (Sony SMK 64450). De su lectura alaba su forma neoclásica, su belleza y simplicidad; nunca exentas de rigor y firmeza estructural. Tras varias décadas como director mahleriano, Chailly muestra en este nuevo DVD una claridad rutilante, lo que él denomina (tirando de alemán) Durchsichtigkeit, algo que se expresa en la habilidad para leer tras las notas y, pese a la densidad de la partitura, percibir con nitidez las distintas voces principales y secundarias, así como los acompañamientos que enriquecen el tejido orquestal; todo ello, como siempre en Mahler, llevado al extremo, pero un extremo en Chailly pleno de dominio, sin que esa corriente envuelva al intérprete, con un perfecto control de la situación técnica y emocional en cada pasaje.

Otro aspecto que ha cambiado en el nuevo Mahler de Chailly es la adecuación interna del tempo. El propio director nos da un ejemplo del contraste que ahora ha señalado con mayor nitidez en el arranque de la sinfonía, que ha encontrado en la partitura de Mahler indicado a 88 (como el ‘Allegretto scherzando’ de la Octava sinfonía de Beethoven). Ese metrónomo daría al comienzo del ‘Bedächtig’, a ese pulso en staccato de las flautas acompañadas por los cascabeles en los tres primeros compases, un carácter más fluido y alegre: pálpito mundano desde el que nos elevamos en este ascenso al paraíso en cuatro movimientos. El final del tercer compás está indicado por Mahler con diminuendo en clarinete y flautas, así como con un poco ritardando (sigo aquí la partitura editada por Dover (0-486-26166-2) en 1989) que acompaña la entrada en piano de los primeros violines, señalada por Mahler ‘Etwas zurückhaltend’, que tras sus tres corcheas en el tercer compás desemboca en el ‘Recht gemächlich’, donde el tempo se ralentiza a 76: considerado por Mahler Haupttempo del primer movimiento. Esa nimia transición, tan habitualmente pasada por alto, es un primer ejemplo de cómo replantea Chailly las tensiones internas de la obra, su respiración y fluir. Es algo que podemos entrecruzar con su reconsideración general del metrónomo en el romanticismo: su excelente ciclo de sinfonías beethovenianas, recientemente grabado por Decca (478 3492), sería un buen ejemplo, parece que ahora trasladado a Mahler, dentro de una revisión practicada por muchos directores hoy en día del tempo en buena parte del repertorio sinfónico tradicional (dejados atrás, parece, los dilatadísimos tempi que caracterizaron a tantas lecturas de los años ochenta y noventa del pasado siglo).

El primer movimiento de esta Cuarta sinfonía plantea ya de entrada una gran concentración sonora, con un planteamiento muy camerístico. «La intensidad, y no la amplitud, es el verdadero objetivo del Arte Moderno», afirmaba Oscar Wilde en su confesional De Profundis, en 1897, apenas un par de años antes de que Mahler comenzara este movimiento. Mucho hay de esa intensidad en esta lectura chaillyana, que el director comprende como un anticipo de los principios fundamentales de la orquestación de Anton Webern. Una depuradísima exposición de las voces y un refinamiento técnico soberbio se ven favorecidos por ese delicado trabajo de la fluctuación del tempo interno antes mencionado. Así, en las sucesivas secciones de este movimiento vamos a encontrar contrastes más o menos señalados, pero que portan nuevos aromas en cada giro, en cada modulación de la velocidad, en cada color, como las irrupciones de ‘Breit gesungen’ (minuto 2:54 de este DVD), ‘Plötzlich langsam und bedächtig’ (4:07), ‘Wieder gemächlich’ (4:33), ‘Wieder sehr ruhig und etwas zurückhaltend’ (5:43), ‘Tempo I’ (6:31), ‘Fliessend, aber ohne Hast’ (7:30), o ‘Immer fliessend’ (8:12), por citar algunos de los primeros puntos de transición tan sabiamente modulados por Riccardo Chailly, muy contrastados y, sin embargo, de plena coherencia, pues esta lectura de la Cuarta sinfonía es más de un trazo que la del Concertgebouw: más aristada y expresionista, más vehemente y furibunda. Aquí prima el dominio sobre el gesto y su exposición, su clasicismo, llevando Chailly el movimiento a un total de 16:50 minutos; algo más rápida que su versión holandesa: 18:07, y más en línea con la referencia por el propio Chailly trazada con Walter (1945): 16:19.

El segundo movimiento, ‘In gemächlicher Bewegung. Ohne Hast’, ha sido siempre una de las especialidades mahlerianas de Chailly. Su versión con el Concertgebouw me sigue pareciendo antológica e insuperada, pues si bien aquí se beneficia de ese equilibrio y pulcritud en lo formal, la musicalidad de las maderas holandesas (cruciales en este movimiento) me parece superior a la de Leipzig. Con todo, vuelve a aparecer una curiosa combinación de dulzura y lo que Chailly denomina intento de destrucción del ländler vienés. Ello depara momentos humorísticos, hasta paródicos, con otros de una belleza delicada y etérea, como ese ‘Sich noch mehr ausbreitend’ (24:31) siempre poesía en manos de Chailly, en especial por cómo da un protagonismo a los clarinetes que el resto de maderas y cuerdas acompaña en una polifonía radiante de diálogos y juegos de voces en perfecta (y muy musical) sucesión. Ya anteriormente, secciones como el ‘Nicht eilen’ (19:55) o el ‘Wieder gemächlicher’ (23:04) habían señalado esos brotes de luz en la melodía del viento-madera; aunque, repito, en la versión en estudio de 1999 el conjunto adquiere si cabe más perfección. La duración del movimiento es de 8:43 minutos; de nuevo más rápida que en Decca: 9:29; y otra vez muy cercano al tempo y minutaje de Bruno Walter: 8:35. Por supuesto, destacar aquí a un concertino de la Gewandhaus de muy bella (re)afinación e ímpetu en sus respectivos solos, tan líricos como mordaces, pero siempre musicales y técnicamente impecables.

El maravilloso ‘Ruhevoll’, uno de los pasajes más bellos del sinfonismo mahleriano, vuelve a mostrar un mimo en cuanto a flexibilidad y dominio del tempo apabullantes. Es algo que Chailly realiza ya a partir del pizzicato de los contrabajos, que como un metrónomo van desgranando el tempo, creando el director milanés figuras rítmicas entre sus grupos de punteos. Crea ello una unidad muy horizontal y un dominio emocional de la partitura. Es algo que Chailly destaca en su orquesta: cómo ha ido haciéndose con esta música y con la concepción de su director, mostrándose tras estos años como un instrumento más pulido y refinado, de musicalidad más moderna y, al tiempo, capaz de reinventar la tradición. Con un total de 19:47 minutos, aquí Chailly estaría más próximo a su lectura holandesa: 20:40 que a la de Bruno Walter: 17:34; si bien todos ellos quedan lejos de lo que el propio Chailly dice duraba este movimiento a Gustav Mahler: 11 minutos (no es que quiera contradecir al director milanés, que sus fuentes tendrá, pero Henry-Louis de La Grange señala para la interpretación de Mahler en Ámsterdam, en 1904, los siguientes minutajes por movimiento: I: 20'. II: 8'. III: 19'. IV: 9'; desde luego, lejos de los 11' para el 'Ruhevoll'). Para Chailly este movimiento es una gran meditación sobre el amor y el poder de los sentimientos humanos, en el que no deja de entrever asomos trágicos. De nuevo, hay inflexiones estructurales nítidamente señaladas, como el ‘Viel langsamer’ (32:08), con su bellísima y lamentosa melodía de oboe, o el ‘Anmuthig bewegt’ (35:35), con su aceleración y cambio de medida. Los sucesivos clímax orquestales no son tan furibundos y expansivos como los del Concertgebouw, pero se encuentran en perfecta sintonía con la lógica de dominio y transparencia de esta lectura alemana. El primero de ellos: ‘Etwas zurückhaltend’ (34:15) es comedido y poco expeditivo, mientras que el gran ‘Vorwärts’ (44:36) sí resulta tajante y al tiempo muy orgánico y nítido (magnífico para seguir con la partitura de la sinfonía). Todo el proceso de desaceleración que deviene tras el último clímax es de una modulación perfecta, a través del ‘Nicht schleppen’ (46:00) y hasta un ‘Allmählich wieder zurückhaltend’ final de una belleza etérea e ingrávida, con unas cuerdas transubstanciadas en pura luz.

El ‘Sehr behaglich’ final lo afronta Chailly con una serenidad espiritual notabilísima. Tal y como pide Mahler, se acompaña a la soprano de un modo muy delicado, dejando el temperamento más expresionista y contrastante para los compases puramente orquestales. La exposición de este cuadro celestial es muy equilibrada y fluida, muy orgánica, sin excesos en mordacidad o histrionismo. Ello no quiere decir que no se vuelvan a agudizar los contrastes métricos, de lo cual el ‘Fliessend’ (48:47) es un primer ejemplo. El ‘Plötzlich frisch bewegt’ (49:25) lo será aún más, muy expresivo y suelto instrumentalmente, portando ecos deformados del inicial ‘Bedächtig’. Son asomos de tempi acelerado, pero no furibundo, que mantienen un equilibrio inmaculado en las voces. El ‘Etwas zurückhaltend’ (49:59) dulcifica esos brotes, arropando a la soprano con un excelente conjunto de maderas; algo que volveremos a escuchar en esta dinámica de fluctuaciones de tempo, en apenas cinco compases, entre el ‘Wieder lebhaft’ (50:45) y el ‘Tempo I’ (50:54). En todo este desarrollo, Christina Landshamer se desenvuelve con notable corrección: muy precisa técnicamente y, como el conjunto de la interpretación, sin mayores aspavientos ni excesos. El color de su voz es ligeramente oscuro, por momentos más mezzo que soprano, lo que le resta esa apariencia angelical que tenía Barbara Bonney en la lectura holandesa de Chailly. Landshamer se defiende con soltura y corrección en los endiablados ‘Allmählich, aber sehr unmerklich bewegter’ y ‘Nicht schleppen’, muy bien articulados, y apunta un hermoso contraste en el ‘Wieder plötzlich zurückhaltend’ (51:44), acompañada por un bello coral de metales. En el ‘Tempo I’ (52:35), Chailly comienza a crear la atmósfera conclusiva de la sinfonía, ralentizando el discurso, apoyado en solistas de flauta y arpa muy expresivos, al tiempo que vemos al propio director cantar con la soprano hacia la evanescencia, inducida por una sugerente rúbrica de arpa apoyada por contrabajos. De nuevo, la duración del movimiento acerca a Bruno Walter (7:36 minutos) esta nueva lectura: 8:12, más que a la anterior en Decca: 9:43.

En resumen, estamos ante una versión técnica y expresivamente modélica, en la que una notable orquesta es perfectamente moldeada por un excelente director que hace de esta formación su verdadero instrumento. Ni escucharemos aquí la subjetividad expresionista de un Horenstein (1970; EMI 5 74882 2), ni la narratividad cargada de interpretación religiosa de un Bernstein (1987; Deutsche Grammophon 423 607-2), pero sí una lectura de gran belleza espiritual y musical, muy serena y clásica, sin duda referencia en formato DVD (a unir a esas versiones previas de las sinfonías Segunda (ACC 20238) y Octava (ACC 20222), ambas de gran nivel interpretativo).

El DVD de Accentus presenta varios extras: una informativa entrevista con Riccardo Chailly sobre su nueva interpretación de la Cuarta sinfonía, y un documento interesantísimo: la ejecución en piano mecánico del cuarto movimiento de la sinfonía a partir del rollo que Gustav Mahler grabó en Leipzig, el 9 de noviembre de 1905, en el estudio Welte de la Reichstrasse. En su lectura se percibe esa alternancia de tempi tan acusada y continua que Chailly quiere de nuevo poner de relieve. Es una ejecución pianística muy cantabile, que parece ejecutada a cuatro manos por la proliferación tan marcada de líneas melódicas y entramados armónicos, en un intento (como sus propias sinfonías) de abarcar un mundo entero; en este caso, un paraíso. Hay en la interpretación de Mahler mucha libertad y presteza, con una ejecución que se va a los 7:11 minutos repletos de caracteres y no poca dulzura. Se percibe cómo el canto estructura el pensamiento mahleriano, así como el color orquestal, que Mahler lleva a su piano dejándonos entrever estructuras destacadas como quizás en ninguna versión en cuanto a protagonismo de voces y articulación. Un tragedia histórica, sin duda, que Mahler no llegara a perpetuar su sabiduría como director a través del gramófono... La toma visual de esta ejecución del rollo pianístico mahleriano es muy bella, con un Steinway dispuesto en soledad sobre el escenario de la Gewandhaus, activado por el dispositivo mecánico Welte Mignon: un complejo entramado explorado por el realizador en sus diversos engranajes, cual organismo latiente. Digno de contemplar. En otro extra, se explica brevemente el funcionamiento de estos artilugios con tanto encanto histórico.

Por lo que a la toma sonora de esta Cuarta sinfonía se refiere, ésta vuelve a ser, como los precedentes DVDs mahlerianos de Riccardo Chailly, realmente excelente, de una definición, espacialización y cuerpo perfectos. La grabación se presenta en PCM Stereo, Dolby Digital 5.1 y DTS 5.1. Los subtítulos vuelven a obviar el castellano. La imagen presenta ratio de 16:9 y formato NTSC, con dirección de Henning Kasten, que firma un elegante trabajo. La región del DVD es 0; y su formato, DVD 9, con lo cual la calidad de sonido e imagen es óptima, existiendo la misma grabación en Blu-ray. El libreto es algo más generoso que el de los DVDs precedentes; y además de en la sinfonía, se centra en el proceso de grabación de los rollos pianísticos de Gustav Mahler en Leipzig, así como en el funcionamiento e historia de dichos artilugios. En conjunto, así pues, se trata de una edición que se recomienda sin reservas y que esperamos preludie nuevas entregas de estas segundas grabaciones mahlerianas de Riccardo Chailly. Consultando sus programaciones en Leipzig, sería de esperar que el próximo DVD lo protagonizara la Quinta sinfonía. Mucho habría tenido que repensar dicha partitura el director italiano, pues la versión que firmó para la Decca en Ámsterdam, en 1997, es una verdadera maravilla.

18-VI-2013

© gustav-mahler.es