Aunque el bienio onomástico mahleriano siempre nos dejará clavada la espinita de apenas habernos aportado eventos de especial trascendencia, sí al menos ha generado una bienvenida explosión de ciclos discográficos mahlerianos, bien ayudando a que grabaciones en principio puntuales encontrasen una continuidad más sólida o bien sirviendo de oportuno acicate al lanzamiento de nuevos proyectos integrales.
Llama la atención como una parte significativa de estos ciclos está siendo protagonizada por orquestas alemanas. Este hecho no deja de sorprender pues hasta el momento se contaban con los dedos de la mano las integrales mahlerianas alemanas. Así, tras el ciclo pionero de la Radio de Baviera (1967-1971) con Rafael Kubelik, hay que esperar hasta los años ochenta a que otras tres orquestas radiofónicas inicien y completen con mayor o menor dilación sendos ciclos: la Radio de Frankfurt (1985-1986) con Eliahu Inbal, la WDR de Colonia (1984-1991) con Gary Bertini y la SWR de Baden-Baden und Freiburg (1988-2003) con Michael Gielen.
Nos encontramos en la actualidad en una tercera fase en la que coincidiendo con el aniversario mahleriano han visto la luz o se han impulsado decisivamente tres interesantes ciclos. De hecho en Gustav-Mahler.es hemos tratado a fondo el ciclo de la Bamberger Symphoniker dirigida por Jonathan Nott y grabado por TUDOR, ciclo que está a punto de ser concluido. También hemos dedicado nuestra atención al ciclo de OEHMS-CLASSICS con Markus Stenz y la Gürzenich Orchester de Colonia, actualmente en un avanzado estado de gestación. Y ahora iniciamos una serie de reseñas en las que abordaremos por orden cronológico el ciclo que DREYER-GAIDO está editando con Gabriel Feltz y su Stuttgarter Philharmoniker como protagonistas.
Para no dejar resquicio a los completistas deberíamos añadir que el hipotético ciclo de la Philharmoniker Hamburg con Simone Young todavía está en un estado muy incipiente, con sólo dos entregas -Segunda y Sexta- y un segundo ciclo ¡desde Stuttgart!; el polémico de Roger Norrington con la orquesta de la SWR local, aparentemente no llegará a su fin (Han sido editadas Primera, Segunda, Cuarta, Quinta y Novena).
Aunque en medio del aluvión del aniversario otros eventos pueden haber robado protagonismo a este ciclo de Dreyer-Gaido que ahora nos ocupa, el tiempo va poniendo a cada uno en su sitio y permitiendo que los indudables alicientes de este ciclo dejen progresivamente una huella en el público mahleriano. Aprovecho para agradecer a los colaboradores de esta web, Rolando Moreno y Paco Yáñez, por haber llamado mi atención sobre esta serie de grabaciones.
De entrada destaca sobre manera en este ciclo un aspecto muy relevante; la grabación de las obras en rigurosísimo directo. No se trata de los tristemente habituales pseudo-live, elaborados en base a varias sesiones -ensayos incluidos-, sino que hablamos del resultado de una única toma en concierto (con la sola excepción hasta al momento de la Séptima realizada en dos sesiones). Un audaz planteamiento desde luego nada desdeñable pues restituye a las grabaciones mahlerianas una espontaneidad y naturalidad que en muchas ocasiones se ha perdido en aras de una perfección tan utópica como artificial.
En esta valiosa espontaneidad buena parte de la culpa le corresponde también a la batuta del joven Gabriel Feltz; un muy grato descubrimiento. El mejor elogio que se puede hacer de su labor es que consigue hacer que su interpretación suene realmente auténtica, hasta el punto que en sus jóvenes manos esta Sexta nos resulta nueva, diferente. Su dirección, sincera, ingenua, un tanto anacrónica me ha hecho sentir ante un Mahler original –en todos los sentidos de la palabra-, en absoluto históricamente informado pero al menos desprovisto de los posos que décadas de registros discográficos, cada uno hijo de su tiempo, ha ido depositando sobre las grabaciones mahlerianas.
Otros aspectos positivos lo constituyen la magnífica toma de sonido que proporciona una imagen realista con un balance proporcionado entre las secciones, pero sin disimular o atenuar la presencia de la percusión lo cual se traduce por ejemplo en unos tutti impactantes. También está muy cuidada la edición del CD y es de agradecer que las notas estén redactadas por el propio director.
En este caso Feltz aborda la candente cuestión del orden de los movimientos centrales desde una perspectiva nueva, basándose en un análisis estadístico del número de apariciones en cada movimiento del motivo fundamental de la obra. En base a ello considera que la opción más equilibrada es el orden Scherzo-Andante. Personalmente empiezo a encontrar esta polémica muy accesoria. Más importante que la cuestión del orden es la forma en que el director retroalimenta los dos movimientos centrales con los extremos. Resulta llamativa en ese contexto la opción de Feltz. Mientras que los directores que siguen optando por el orden Scherzo-Andante buscan acentuar el contraste entre ellos y al mismo tiempo con los dos movimientos extremos; Feltz con el máximo descaro aborda el Scherzo sin buscar ese tipo de contrastes; sin miedo a que este pueda ser considerado un remedo del Allegro previo.
I. Allegro energico, ma non troppo. Heftig, aber markig
Feltz abre la sinfonía con una marcha enérgica y muy directa, en la que el carácter marcial está muy acentuado. No se despliega una gran efusión sonora; al contrario, es una recreación engañosamente simple. No es una sorpresa que este arranque recuerde como pocas versiones al mundo del Wunderhorn de cuyo Revelge nace precisamente este primer tema. Frente a la grandeza de interpretaciones solemnes y pesantes de este movimiento, el tratamiento de Feltz resulta hasta paródico.
Orquestalmente el tratamiento es impecable, incluso la trompeta en su breve pero expuesta intervención solista sale bien parada del reto. Tras una no menos directa pero cuidada transición se inicia el schwungvoll segundo tema, el famoso retrato de Alma ¿Qué nos deparará Feltz? Pues una lectura sin reticencias; impulsiva, juvenil, sin ningún tipo de pudor.
Tras la habitual repetición se inicia el desarrollo (9'20”) en un escenario similar. Enérgico, incisivo, mordaz, llegando a adquirir un cariz sorprendentemente violento -se hace patente el impacto de la toma de sonido. Inevitablemente llega el reposo con el allmälich etwas gehaltener (11'35”) el cual en esta versión hace su aparición en una transición brusca, impulsiva, pero que funciona. Es muy acertada la forma en que los cencerros hacen su aparición, con mansedumbre nada habitual. El tiempo por fin encuentra un relax, deviniendo por fin mucho más lento y estático, un escenario de lo más inspirador. En el nº22, el grazioso (12'53”) los oboes trazan con belleza la melodía, como igual de bucólico resulta el diálogo entre trompa y violín (13'50”).
Uno de los momentos más personales del movimiento en esta versión es la transición que marca el retorno al primer tema, la cual está construida de forma ceremoniosa, muy efectiva. Son detalles que demuestran que la concepción de Feltz por espontánea que parezca no es fruto de la casualidad. Tras ella nos adentramos en las procelosas aguas del sehr energisch (15'25”) nunca mejor dicho en esta versión. Tras una amenazador clímax en la marcha, retornamos brevemente al mundo de Alma en el molto ritenuto (18'31”) que se corona en un clímax, una vez más, carente de reticencias o mensajes subliminales. Un poderoso piu mosso súbito (20'25”) en la berlioziana marcha al suplicio da paso a una coda vertiginosa como en pocas ocasiones que se cierra de forma brutal. Hasta aquí un primer movimiento muy diferente a cualquier referencia: enérgico y viril, a la vez naife y sutil.
II. Scherzo
Si aquellos directores que todavía se adhieren al orden original de la obra en el plan de Mahler -Scherzo-Andante- suelen responder a la indiscutible similitud entre Allegro y Scherzo resaltando las diferencias entre ambos movimientos -la grabación de David Zinman es un ejemplo aquí comentado en su día- Feltz parece tan satisfecho con la justificación temática –desarrollada a fondo en sus notas- que no necesita recurrir a ningún tipo de estrategia de este estilo. Su Scherzo se mueve por las mismas coordenadas que el recién concluido Allegro. Máxima incisividad, mordacidad y un tiempo muy vivo. El resultado es una lectura de esta primera sección amenazadora, atávica y sin grandes sutilezas dinámicas.
Ésta deja paso al trío, altväterisch (2'11”), muy contenido y sereno, pero que no aspira a ser bello; más bien grotesco por no decir enigmático. Los ecos del Scherzo (2'50”) no interrumpen una continua relajación hasta el retorno de la primera sección (4'40”). Primero reaparece en su variante más sensual, pero nuevamente mordaz y a continuación (5'30”) repitiendo literalmente su primera aparición, nuevamente muy rápida, brutal. Con el tema de Faffner (6'32”) retorna una nueva variante del trío, interrumpida, siguiendo el esquema del primer trío, por un poderoso eco del Scherzo. Como digo, pocas sutilezas dinámicas.
A pesar de tratarse una versión estrictamente en vivo los músicos no tienen problema con los continuos y bruscos cambios de tiempo. También destaca la sutil realización de la sección conclusiva que cierra un Scherzo pleno de vigor e inocencia.
III. Andante moderato
Es curioso como en el Andante -para muchos el movimiento mahleriano lento más hermoso -especialmente si se tiene en mente el origen etimológico de la palabra- Feltz parece encontrarse menos desenvuelto que en los movimientos previos. De hecho personalmente encuentro su realización más discreta.
El Andante se inicia con un cierto nerviosismo, incluso en el tema elegíaco, expuesto por el corno inglés. Sin embargo con la intervención de la trompa (2'13”) se introduce un punto de reposo. Pero siempre el contexto es nervioso. Los glissandi (4'08”) que marcan la transición de estas secciones camerísticas al desarrollo orquestal son aprovechados para conferir un carácter inquietante al discurso. Obviamente es una lectura anti-romántica pero no en la línea de objetivistas como Zinman o Boulez; es otro enfoque, igualmente escéptico, pero más frágil, menos compacto.
Así, la Pastoral (6'20”) es planteada de forma algo brusca; en parte porque en este caso porque los balances no están muy bien conseguidos. El retorno de la primera sección (7'22”) se desarrolla por términos similares, aunque es resuelta de forma más sutil (8'30”). Igualmente resulta más convincente el Misterioso (8'40”) con un hermoso violín solo, pero la aparición de la celesta impregna nuevamente al movimiento de cierta vacilación. A veces arrastrados por la belleza de esta música nos olvidamos de la indicación ohne Ausdrück, pero el problema en este caso está en una cierta falta de rumbo.
El inicio del ascenso final (10'20”) a la cima -¡cuán diferente en Mahler de Strauss estas cumbres alpinas!- está decorado con unas expresivas maderas. Pero el clímax final no es especialmente exagerado, ni abrumador, más bien sobrio y hasta perezoso. El paso al morendo está bien construido y deja al oyente con una cierta incertidumbre que afortunadamente es disipada en un Final que restituye a la lectura su claridad de ideas inicial.
IV. Finale: Sostenuto; Allegro moderato; Schwer; Marcato; Allegro energico
El arranque del Sostenuto recupera el espíritu del Allegro-Scherzo. Que atrás quedan las vacilaciones lo demuestra el violentísimo tutti (0'18”) que estalla de forma absolutamente impactante. No se anda con medias tintas Feltz. También está rebosante de nervio la “música del mas allá” (1'00”), muy sugerente y vehemente. Toda esta introducción está perfectamente recreada; se podrían citar también las tiefen glocken in die Ferne o los motivos de llamada, angustiosos.
Tras un coral del metal (3'02”) atípicamente lento y solemne aparece el ritmo fundamental del movimiento (4’22”) Allegro moderato que finalmente se impone marcando el inicio del Allegro energico (5’37”), como era de esperar, intenso y poderoso en esta versión. Acerada y enérgica la cuerda de Stuttgart; es una grata sorpresa comprobar cómo responde perfectamente a la concepción renovadamente juvenil y decidida de Feltz. La evocación del tema de Alma (8’13”) apenas mitiga el impacto de esta sección.
La reminiscencia de la exposición (9'09”) se mueve por una atmósfera similar, sin embargo el Allegro (11’35”) es ahora más contenido y solemne. Siempre agradezco una mayor vehemencia antes del primer golpe de martillo pero es cierto que Mahler pide en la partitura la contención que aquí Feltz aplica en forma de un imperativo gehalten. El Hammerschlag (13'05”) está recreado sin atenuación, aunque se echa de menos ese sonido que Mahler describió como la caída de un gran tronco resquebrajado.
Retorna la sección coral del Sostenuto (13'57) y se prepara el Etwas wuchtiger, alles mit roher Kraft (14’45”) y efectivamente es construido de forma autoritaria. En la escena de la batalla, con sus ostinatos y ácidas disonancias, me hubiese gustado una mayor convulsión pero son aspectos menores o puntillosos.
Nuevamente contención en la preparación de segundo golpe de martillo, el cual resulta más brillante e impactante (17'42”) en parte gracias a la más rica instrumentación del mismo. El desarrollo concluye con una poderosa premonición de la coda (19'00”).
En el casi eterno retorno del Sostenuto inicial Feltz siempre consigue mantener intacta nuestra atención. La orquesta le responde con nervio pero a la vez con musicalidad y sensibilidad como demuestra el Grazioso (21’00”) muy sereno y bello en su diálogo entre oboe y concertino. Es dramático y llamativo el acentuado silencio a 22'46”. Y como crisol de todo lo escuchado previamente retorna el Allegro energico (23'35”) con la misma combinación de energía e ingenuidad que el primer movimiento exhibía. Sin embargo según se acerca el clímax final, Feltz aplica una interesante gravedad de tal forma que el ascenso al pasaje equivalente a los mazazos del destino previos (27'19”) es especialmente angustioso, dilatado, como recreándose en la agonía. A 28'10” tiene lugar la reaparición del tutti del sostenuto inicial, punto exacto en el que Mahler descarta el tercer golpe de martillo y que Feltz como es habitual no recupera. La interpretación se cierra con un epitafio de trombones, tuba y trompas un tanto cursorio, un tutti violento y una marcha conclusiva demoledora.
La grabación conserva un minuto aproximado de aplausos que nos ayudan a recordar -pues es probable que ese hecho haya pasado a un segundo plano- que hemos asistido a un épico concierto en vivo; una realización de la Sexta muy personal, que ni aspira a resolver los problemas que la obra plantea ni a hacer sombra a tantas ilustres “Trágicas” que la discografía atesora. Sólo aspira y bien que lo logra, a ser sincera con los propios intérpretes y con el oyente.
17-VI-2013