INICIO NOVEDADES ADMINISTRACIÓN ENLACES
NOTICIAS
CONCIERTOS
ARTÍCULOS
DISCOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA
BIOGRAFÍA
OBRA
ÁLBUM
DISCOGRAFÍA | CRÍTICAS DISCOGRÁFICAS
MAHLER HIALINO

PABLO SÁNCHEZ QUINTEIRO


INTERPRETACIÓN | 8,5
SONIDO | 9
·································

9ª SINFONÍA
PHILHARMONIA ORCHESTRA
ESA-PEKKA SALONEN

SIGNUM CLASSICS 188
CD | 77.43 (25.44 / 15.10 / 12.46 / 24.03)
22/III/2009

En su temporada debut como titular de la Philharmonia londinense -2008-09- el maestro helsinguino Esa-Pekka Salonen planteó un ciclo de conciertos en gira centrados en la Viena de principios del siglo XX, City of Dreams: Vienna 1900-1935. Reconocido director mahleriano de culto, lógicamente las sinfonías mahlerianas constituían una de sus propuestas centrales en dicho ciclo. En concreto Sexta, Séptima y Novena fueron ofrecidas en distintas capitales europeas. Personalmente tuvimos ocasión de asistir precisamente a la Novena ofrecida en Madrid, concierto que en su día reseñamos en esta web: ver

A la velada londinense del 22 de marzo en la cual se interpretó la Novena corresponde este CD editado por el sello de la orquesta SIGNUM. Grabada en una única sesión, sin trampa ni cartón y con una excelente toma de sonido, constituye una notable adición a la sorprendentemente escasa discografía mahleriana del finlandés. No es así el caso de la Philharmonia londinense, pues esta agrupación cuenta con grabaciones de la obra de la mano de directores tan diversos como Kurt Sanderling, Giuseppe Sinopoli y Benjamin Zander. Lógicamente en esta relación en caso de incluir a la orquesta New Philharmonia habría que añadir a Otto Klemperer.

En esta reseña, la primera de la sección Discografía centrada en el Mahler de Salonen, parece oportuno hacer una breve semblanza de la concepción que el director finés profesa acerca de la personalidad y de la música de Mahler. Pero mejor que deslizar nuestra personal valoración será sin duda el cederle la palabra al propio interesado. Y es que las entrevistas que la Universal Edition ha realizado con motivo del doble aniversario a las batutas mahlerianas más distinguidas ha sido sin duda uno de los acontecimientos más relevantes de este período. Salonen, a pesar de su exiguo registro discográfico –Tercera, Cuarta, Das Lied von der Erde y gracias a los registros de SIGNUM, Sexta y Novena- fue uno de los directores seleccionados en dicho elenco. Aquellos interesados pueden seguir la entrevista en imágenes -y más extensa en texto- en el link siguiente: ver

Las palabras de Salonen en dicha entrevista no están exentas de crítica pero a pesar de ello transmiten una evidente admiración hacia la labor creadora de Mahler. En cuanto a la dirección de las sinfonías, Salonen se muestra claro:

“Con el paso del tiempo cada vez intento hacerlas lo más simple posible, intentando aplicar el mínimo rubato posible. Intentando que suenen simples, naturales, orgánicas... lo menos artificial posible; lo cual por otra parte en ocasiones se convierte en un problema.”

A la espera de escuchar su Sexta, esta Novena responde sin duda a este patrón; efectivamente problemático. Por otra parte sorprende como Salonen subscribe en esta entrevista la no infrecuente caracterización de Mahler como un creador neurótico –aspecto discutible con el que personalmente no coincido- pues esta visión colisiona con esa búsqueda de simplicidad que preconiza.

Pero yendo de la teoría a la práctica, estas son en detalle las impresiones transmitidas por esta interpretación.

Andante comodo

Si asociamos simplicidad a parquedad expresiva Salonen ciertamente logra su objetivo en el arranque de la obra. Tras un estoico tremolo al que responden las trompas de forma expeditiva, la inexpresiva aparición de la trompa con sordina y unos concisos seisillos de las violas crean una atmósfera que benévolamente podríamos definir como emocionalmente amorfa. En ese escenario surge la marcha, sutilmente, sin atisbos románticos ni mucho menos trágicos, pero, también es cierto, sin resultarnos inexpresiva a pesar de realmente serlo.

La llegada del evocador nº2 (1’16”) deja que por fin los sentimientos hagan su entrada en el guión del director. Aunque transitoriamente se ven acentuados (1’34”), el seco y conciso agitato (1’56”) da paso a un primer tutti nº3 ominoso e inquietante en el que Salonen no intensifica lo más mínimo el ritenuto. Cuando la marcha retorna lo hace con un mayor ímpetu, una vez más transmitiendo visceralidad sin serlo (3’10”).

La nerviosa transición del nº4 (3’22”) y el crescendo exultante del Etwas frischer (4’54”) conducen a la reiteración del descarnado tutti; brutalidad que da paso al Tempo I subito (5’55”).

Es sin duda la Novena una de las obras de Mahler más bipolares, especialmente en sus movimientos extremos. Tal como en la vida misma, más impactante que los propios estados anímicos resulta lo que sucede en las crisis, en las bruscas transiciones de un polo emocional a su opuesto. Los directores encuentran en esta inestabilidad del discurso una de sus mejores armas para impactar al oyente. Pero a estas tempranas alturas de la versión Salonen ya nos ha dejado claro que no está interesado lo más mínimo en estos conflictos emocionales. La forma de explotar el Tempo I subito es un buen ejemplo, pero también las interjecciones del timbal (6’12”) o de los metales (6’37”).

El trascendental lento Noch etwas zögernd, allmählich übergehen (7’30”) sin embargo nos demuestra algo ya habitual en el Mahler de Salonen; como éste hace de la necesidad virtud de tal forma que su inexpresividad en vez de desinteresar al oyente intensifica la sensación de inquietud; sensación de desarraigo que, dicho sea de paso, otros se ven impulsados a demostrar con todo tipo de excesos.

Regresa el Tempo I en un Allmählich fliessender, en el que Salonen lleva la marcha a un tiempo vivo, pero sin lastrar la belleza subyacente. La hermosa intervención del oboe (9’18”) la subraya. No menos belleza, aunque en un registro bien distinto, nos la ofrece el poderoso crescendo orquestal (9’35”) que lleva hasta el nº9 Mit Wut -Allegro risoluto poderoso y violento que una vez más hay que decir que se ve colapsado de forma sucinta, por no decir demasiado austera (10’46”; nº11). A mayores el decisivo Leidenschaftlich (11’20”) resulta desafortunadamente esquivo, demasiado confuso.

Con la llegada del nuevo lento, el Plötzlich langsamer (13’05”), la lectura de Salonen vuelve a brillar por su modernidad, con un Schattenhaft sutil y sugerente. La serenidad que transmite se prolonga en el solo de violín (14’52”) y en el melifluo retorno al Tempo I Andante.

El retorno periódico del Bewegter (15’28”) y un directo agitato dejan paso a la cara más angustiosa de la obra: el Pesante Höchster Kraft (16’54”) que en este caso sí está a la altura de lo esperado.

La definitiva aparición de la marcha inicial Wie ein schwerer Kondukt no resulta como es habitual resignada o desoladora pues, un tanto paradójicamente, Salonen le imprime un carácter inusual, como si estuviese latente un cierto inconformismo. En el clímax de este pasaje Salonen muestra la sensatez suficiente para no concederle demasiado protagonismo a la trompeta.

La conclusión del movimiento es consonante con esta indeterminación en el discurso. El lento Plötzlich bedeutend langsamer (20’27”) con el diálogo entre violín y flauta resulta excesivamente superficial. Curiosa lectura: también carentes de crispación el Schon ganz langsam (22’07”) y la interpretación de la flauta en suspensión schwebend (23’30”) muy leve y atractiva. La canción de cuna final (24’06”) con su solo de violín dolcissimo resulta excesivamente directa; concluyendo Salonen este movimiento a modo de unanswered question.

Im Tempo eines gemächlichen Ländlers. Etwas täppisch und sehr derb

Mientras en la Novena madrileña de Salonen, citada en la introducción, este movimiento fue sin duda el menos exitoso, en esta versión en CD el resultado me parece mucho más convincente. Tanto la reticencia de las maderas en el pachorrento arranque como el enfático Landler transmiten una mordacidad que uno no espera encontrar en el director finés; de hecho resulta en este sentido más simple o ascética por ejemplo la versión de David Zinman recientemente comentada en la web.

El Vals, vertiginoso, incisivo, mordaz prolonga la grata sorpresa. No hace falta añadir que la versión está muy cuidada orquestalmente, no sólo en la tímbrica, también en las dinámicas.

Las transiciones, tal vez el punto más débil del primer movimiento están en este caso más cuidadas. La aparición del Tempo III (4’50”) como era de esperar huye de romanticismos pero resulta suficientemente evocador. Resulta significativo como en la reaparición de los tres temas de danza fundamentales de este movimiento Salonen acentúa los matices, muy especialmente en la reaparición del vals (6’30”) con una transición vertiginosa y violenta. Igualmente tras el Tempo III (7’40”) el molto ritardando está especialmente marcado.

La reexposición que supone la reaparición del Tempo I (9’20”) es menos rústica que al inicio. En relación a este pasaje me gustaría destacar la modernista intervención de la viola a 9’50” que anticipa la coda. Carácter y energía omnipresentes en el paso a Tempo II (10’20”) y en el carrusel del nº24 (11’10”). Finalmente una expeditiva coda tímbricamente muy lograda por los solistas de la Philharmonia pone la guinda a una sobresaliente lectura de este movimiento.

Rondo-Burleske

Ni que decir tiene que Salonen no se atiene excesivamente al paródico descriptor del movimiento; pero a mi juicio es una opción del director respetable. Al fin y al cabo nadie puede saber lo que Mahler tenía en mente calificando al movimiento una “Burlesca”. La descripción de la sección inicial del movimiento, más precisa, Allegro assai - Sehr Trotzig (muy testarudo u obstinado) sí podemos considerarla mejor reflejada. Se abre con una llamada de trompeta rotunda, afirmativa –no el banderazo de salida de tantas versiones. En el fugato Salonen aplica una sobriedad tal vez excesiva; ¿el elemento Burlesko? Sobria pero a la vez lectura incisiva remarcada por unas excelentes maderas.

La sección más ligera –parodia de La viuda alegre- de hecho marcada como leggiero en la partitura es llevada a un tiempo más vivo, lógicamente. En sus sucesivas apariciones Salonen huye de cualquier histrionismo a la vez que despliega un atento control de las dinámicas aplicando sutiles modificaciones. A 3’37” la entrada de los trombones es abrumadora.

La súbita llegada del episodio central se acompaña de una sutil intervención del trompeta solista. Es a lo largo de toda esta sección donde Salonen se va a encontrar más a gusto. En el pasaje evocador Mit grosser Empfindung se muestra recatado, imprimiendo una coloración sombría, expresionista, que me hizo establecer una conexión que nunca antes había establecido: con el estallido dodecafónico de la Décima.

El subsiguiente pasaje onírico que se abre con el triple forte de los clarinetes es recreado con un sabor claramente modernista. Finalmente, la reaparición de la sección principal y una poderosa coda, intensa pero no desquiciada, desembocan en una stretta brutal, enérgica, en la cual sí se deja arrastrar Salonen por el esperado frenesí.

Adagio

Tras el movimiento anterior, a mi juicio el más logrado de la interpretación, en el Adagio final Salonen nos ofrece belleza, contrastes, conflicto, pasión y sobre todo resignación. Es lo que se puede esperar de una buena interpretación de este movimiento. El problema para unos o bien la virtud para los otros estará lógicamente una cuestión de dosis.

No estamos desde luego ante una lectura aséptica, y ya desde el intenso y hermoso arranque Salonen nos lo evidencia con una noble y serena intervención de la cuerda, dilatada e introvertida pero indudablemente hermosa. En los primeros crescendos Salonen evita desvelar la pasión que ha de estallar posteriormente. A destacar la intervención del fagot (1’55”) doliente, sereno, impactante y de la trompa redonda, brillante (2’37”) o el conjunto de la cuerda en su agudo a 3’32”.

El Plötzlich wieder Langsam (4’08”) resulta intimista y religioso; desemboca en un hermosísimo solo de violín. Insisto, nada más lejos de la asepsia. Este derroche de belleza conduce a un ascenso al primer clímax muy expansivo. La cuerda resonante y empastada brilla gracias a la excelente toma. Éste se alcanza con serenidad. En él Salonen aplica un sutil control dinámico para cerrar la sección con la intervención gélida de la percusión.

El interludio se inicia con un largo descenso, sutil, reposado, buen anticipo de la atmósfera del Adagissimo. Con el hermoso pasaje del corno inglés llega una relativa decepción pues Salonen no enfatiza su lirismo como tampoco el ataque (13’11”) que marca el inicio del ascenso al clímax final. Éste se alcanza expeditivamente; es más un epitafio que un éxtasis (15’10”). Será para muchos la mayor decepción de esta versión; para otros, entre los que me contaría, una atractiva alternativa. El crescendo final (17’00”) es ya cruda resignación.

Tras una leve disolución, sutil y dilatada –con unos glissandos mínimamente acentuados- Salonen nos ofrece un Adagissimo demoledor; diáfano, dilatado, jalonado de eternas pausas. Tras 24 oportunos segundos de silencio concluye esta excelente versión; una notable aportación a la discografía mahleriana y a la del propio Esa-Pekka-Salonen.

16-II-2012

© gustav-mahler.es