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DISCOGRAFÍA | CRÍTICAS DISCOGRÁFICAS
ALGO MÁS QUE SIMPLE NOVEDAD

ROLANDO MORENO LÓPEZ


INTERPRETACIÓN | 8
SONIDO | 9
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2ª SINFONÍA "AUFERSTEHUNG"
LIOBA BRAUN
ANNE SCHWANEWILMS
CHOR DER BAMBERGER SYMPHONIKER
BAMBERGER SYMPHONIKER
JONATHAN NOTT

TUDOR 7158
2 SACD | 84.17 (21.43 / 11.10 / 11.38 / 5.10 / 34.34)
14-15/III/2008

Jonathan Nott y su Bamberger Symphoniker se enfrentaron, luego del suceso provocado por una excepcional Novena, con el duro reto de convencer, y más aun, deleitar a todos los exigentes mahlerianos. Es evidente que, debido a la alta proliferación de versiones y novedades discográficas, entrar y competir en esta feroz lucha por la supremacía mahleriana no es tarea fácil.

No son pocos los que piensan en la aportación, o novedad radical, que una versión debería poseer para tener la supuesta importancia necesaria para salir al mercado, de este modo se leen muchos comentarios en los que como conclusión se apunta que tal o cual versión “no aporta nada nuevo”. Soy de los que piensa que en este tipo de actividad, me refiero a la de dirigir e interpretar una obra de un compositor, no necesariamente tiene que existir como ingrediente principal, y mucho menos indispensable, el aportar revolucionariamente algo nuevo, y digo revolucionariamente porque ya, en la situación en la que estamos, con más de 160 versiones de la Segunda de Mahler, hay que ser en cierta forma un revolucionario para lograr aportar algo completamente nuevo sin desviarse verazmente del contenido de la partitura. Se trata pues de interpretar una obra que, más que novedosa, sea coherente, provoque en el oyente el deleite y la admiración, el impacto y la pasión, el goce intelectual, que se le debería atribuir a una obra musical de tal calado.

Aun así considero que Nott y su Bamberger Symphoniker revolucionan en cierto modo la perspectiva habitual que solemos tener, o mejor dicho, para no poner palabras en boca de otros, que suelo tener respecto a las obras de Mahler en disco. No solo su excepcional Novena, que ya comenté en este mismo apartado de la página Web, sino que también su Cuarta, la cual será reseñada en un futuro cercano, su Tercera, que contará con la ya conocida y especializada opinión de Pablo Sánchez Quinteiro, y esta Segunda que tengo intenciones de comentar ahora, reúnen, todas ellas, características que las hacen novedosas incluso para oyentes muy curtidos en cuanto a Mahler se refiere. Pero la novedad no tendría valor si no viniese acompañada de una coherencia estructural, un profundo conocimiento de los pentagramas y un despliegue orquestal que diera soporte a las intenciones del director, y más difícil aun, a las del compositor. Nott y la Bamberger Symphoniker están creando un ciclo que realmente resulta innovador, sólido y que abre nuevas puertas en cuanto a futuras ejecuciones.

Con estas premisas intentaré dar mis impresiones sobre esta Segunda en concreto. No quiero dejar pasar la oportunidad de expresar mi agradecimiento a Manuel del Río Quiroga, por la paciencia que ha tenido en cuanto al tiempo de espera para la realización de esta reseña. Han sido muchos los inconvenientes de fuerza mayor que me han llevado a realizar este texto luego de tanto tiempo, es ahora, en estos días, cuando realmente he podido escuchar atentamente la versión e intentar comunicar mi sensaciones al respecto. Estoy seguro de que, como sucede con toda crítica, habrán muchas personas que no estén de acuerdo y otras tantas que sí lo estén, y muchas otras que por alguna anterior experiencia ya le habrán cerrado por completo la puerta a Nott. Desde mi experiencia solo puedo decir que este ciclo no para de sorprenderme, cada palabra que digo nace de mi impresión directa, intentando en todo momento que los prejuicios no interfieran en la escucha de cada nueva versión. Cada una resulta una nueva experiencia y una nueva oportunidad para ponerle a prueba, si siento que ha fracasado, pues eso, ha fracasado, si es lo contrario, lo mismo, pero creo que nunca se le debe cerrar la puerta por mala que haya sido una experiencia, ya no solo a Nott sino a cualquier otro director.

El Allegro maestoso se abre de manera decidida, con un tremolando agresivo e impactante, lo cual desde un inicio introduce al oyente en la obra. La cuerdas graves hacen su entrada con extrema violencia, lo cual me trajo a la memoria por un instante la famosa versión de Mehta con la Wiener Philharmoniker. La detallada transparencia de la interpretación, marca de la casa, y la impresionante toma de sonido permite que el tremolo inicial de violines y violas se perciba claramente, como sosteniendo los ataques en sucesivas embestidas de los violonchelos y los contrabajos. El viento hace su entrada de una manera fluida, sin ser punzante como en otras versiones, pero guiando al oyente hacia la primera explosión.

Aquí quiero hacer un paréntesis para expresar una opinión respecto a la percusión de la Bamberger Symphoniker, principalmente en lo que se refiera a los timbales y los platillos. En ocasiones he tenido la oportunidad de leer comentarios en los que se le atribuye un sonido de la percusión un tanto descuidado, “chatarrero” es la palabra que en ocasiones se ha utilizado. Es verdad que la percusión de la orquesta es particular, es un tanto rustica y sobre todo muy densa, pero luego de escuchar lo que va del ciclo, queda claro que es una decisión explicita del director. Se podría decir que es una característica de la orquesta. Cambiar las cualidades sonoras de los timbales y los platillos no tendría costo alguno en la actualidad, menos aun para una orquesta que se encuentra en su cresta histórica en cuanto a reconocimiento nacional e internacional se refiere, esto hace evidente que a Nott le complace este característico sonido. Una opinión ya mucho más personal, y más que nada basada en mi intuición, es que una percusión del tipo le va como anillo al dedo a la música de Mahler. En repetidas ocasiones el compositor dio muestra de insatisfacción con la poca intensidad y densidad con la que se ejecutaba algunas secciones de su obra en cuanto a percusión se refiere. Nott hace que los timbales en particular irrumpan de una manera muy densa, rustica, en cierto modo pareciera que es poco estilizado, sin embargo consigo estas características más bien interesantes y muy bien meditadas, antes que pensar que se trata de un simple descuido o un bajo nivel de la orquesta y el director como insinúan algunos.

Continuando con el primer movimiento, para Nott el equilibrio entre lo microscópico y lo global es muy importante. Sin embargo, también es cierto que a momentos suele dar prioridad al aspecto del mínimo detalle, al micromundo. El inglés tiene la habilidad de no perderse en semejante microscopía, cosa que suele suceder a otros directores cuando intentan llegar al átomo sin perder la perspectiva general en su conjunto. Esta es una de las grandes virtudes de Nott, lograr en una visión microscópica no perder la coherencia. Creo que todos los que hemos trabajado con un microscopio sabemos lo difícil que es mantener los puntos de referencia global en medio del punto de enfoque del microscopio, soy consciente de que con este ejemplo me he desviado del terreno meramente música, pero es un ejemplo por el que intento transmitir una serie de reflexiones a las que he llegado debido al tratamiento que Nott suele hacer en determinados pasajes. Así pues, aunque se eche en falta de vez en cuando una entrega emocional tan sublime como en la excepcional Segunda de Tennstedt publicada el año pasado, Nott realiza una tarea que provoca el goce intelectual al oyente.

A partir del minuto 7’46’’ la interpretación deriva en lo que resulta también una característica típica del director, que en mi opinión resulta muy discutible, característica que se pude apreciar como antecedente en el primer movimiento de su Cuarta, en el cual abusa de la contención y ralentización del discurso hasta crear una uniformidad tal que llega a provocar incluso ansiedad. Personalmente no he logrado digerir del todo este modo de hacer del que a momentos abusa el inglés. Dicho letargo tiene su encanto, el entramado orquestal se hace claro, pausado, homogéneo, como quien viera una película en cámara lenta, constante hasta el límite. Afortunadamente, luego de este paréntesis en el que todo pareciera perder la fuerza de la gravedad y dejarse arrastrar pausadamente, a partir del minutaje 13’25’’, la orquesta vuelve a cobrar vida. El pasaje en el que los arcos golpean la madera es avasallante, acompañado por los timbales pero siempre audible el rítmico golpeo de los violines, Nott no hace ningún retardando en este punto, mantiene el discurso como específicamente pide el compositor. Aquí tengo que hacer una mención especial a la versión de Christoph Eschenbach con la Philadelphia Orchestra, el director alemán haciendo uso del retardando crea lo que es, para quien esto escribe, la mejor reproducción de este pasaje. Es una decisión controversial y muy discutible, pero que me fascina, los arcos golpean a una rítmica particular, puntuando de tres en tres sobre el diapasón hasta llegar al tercer grupo, es decir, al noveno golpe, para luego volver a bajar, partiendo por la primera cuerda y acabando en la cuarta para retornar progresivamente, es por ello que seguramente Eschenbach se toma dicha licencia, de lo contrario sería prácticamente imposible abarcarlo.

El clímax es ejecutado como manda, sin mucha contención y con fuerza inusitada, culminando con el estruendo fortísimo del pessante. La recapitulación es recreada de manera fluida, el final es rápido y enérgico pero sin perder la puntuación en la escala descendente.

En el Andante moderato Nott y su orquesta parten ya desde un principio con la característica contención descrita en párrafos anteriores. Dicho recurso en ningún momento es utilizada por parte del director para crear mayor impacto, al contrario, es empleado aparentemente para ralentizar uniformemente, y sin concesiones, el discurso, sin otorgar puntos de aceleración para intentar sorprender e impactar. De este modo nos encontramos con un segundo movimiento que, desde el primer momento y prácticamente hasta la sección de pizzicatos (7’40’’), antes pasando por el clímax del movimiento (energisch bewegt), también contenido como lo ha sido el resto anterior, se transforma en una especie de lenta danza suspendida en el tiempo y en el espacio para finalmente desintegrarse delicadamente. Mención especial a los violines en el lírico pasaje luego de los pizzicatos (8’51’’), aquí Nott da rienda suelta a la emotividad, con un exquisito fraseo, haciendo que la música fluya de un modo muy cantabile.

El tercer movimiento, iniciado con los dos respectivos golpes de timbal, ya da señales de como va a transcurrir el resto del movimiento, e inclusive de la totalidad restante de la interpretación, se tratan de dos golpes bien diferenciados pero amortiguados, nada que ver con el espectacular estruendo de versiones como la de Fischer con la Budapest Festival Orquesta. En este caso Nott nos sigue entregando una versión serena, contenida sino en su totalidad sí en la mayoría de ella. Sinceramente me ha impresionado lo comedido que resulta el movimiento. Si hay un pasaje en toda la Segunda de Mahler en donde los directores suelen intentar impresionar es en este movimiento. Nott por su parte se decanta por desarrollar el discurso pausadamente, serenamente, e ir aumentando progresivamente la tensión hasta el final de la sinfonía.

Volviendo al inicio del movimiento, luego de los golpes de timbal, las cuerdas danzan a ritmo lento pero implacable. A partir de aquí ya todo fluye sutilmente. Se echa en falta más emotividad, sobre todo en el segundo tema, pero la perspectiva de Nott profundiza en la filosofía de la música. La orquesta ejecuta impecablemente el movimiento. Caso aparte resulta el clímax del movimiento, en donde sorprende e incluso asusta la brutal intensidad con el que es ejecutado, es como si naciera de la nada y arrasara con todo a su alrededor. Apartando este pasaje, lo que caracteriza al movimiento es la contención, una serenidad contradictoria y un gran detallismo estructural.

El Urlicht es ejecutado por la contralto Lioba Braun, la cual fue vista y evidentemente escuchada recientemente en Granada, interpretando precisamente una Segunda de Mahler, en este caso la dirigida por Eschenbach junto a la Orquesta del Festival de Schleswig-Holstein. Posee un timbre con matices oscuros, con gran sonoridad y uso moderado del vibrato. El movimiento se caracteriza por un excelente empaste entre solista y orquesta, siendo de gran serenidad y delicadeza.

El estallido inicial del Finale es impactante pero no excesivo como en las versiones de Bernstein o Solti. Nott sigue con su planteamiento contenido pero, como expliqué anteriormente, va tensando el discurso poco a poco. El primer crescendo (7’45’’) es magistral, Nott no opta por dilatar en exceso la explosión, más bien intenta ser directo y natural. Como curiosidad señalar que a Nott se le escucha con claridad (7’53’’) en un gesto liberatorio, luego se le vuelve a escuchar en otros fragmentos. La orquesta responde perfectamente, sobre todo en lo que a los metales se refiere. El sucesivo crescendo (9’50’’), exclusivo solo a la percusión y dividido en dos envestidas, parte de un dilatado silencio de ultratumba y es ejecutado al pie de la letra (molto ritenuto).

Es en la “Marcha de los muertos” en donde Nott libera a la orquesta del yugo al que la tenía sometida, la constante retención a la que había sido expuesta deriva ahora en una liberación enérgica pero sin llegar a extremos violentos, cumpliendo a rajatabla los deseos de Mahler (Allegro energico). El director ingles es muy cuidadoso con no añadir dramatismo ni exagerar aristas. Nott imprime nostalgia en el sucesivo pasaje (14’19’’), el cual va tomando forma y acelerando sus entidades hasta la perfecta conclusión con el estallido que finaliza el piu mosso. El Langsam que precede a la entrada del coro es hermoso. Nott se toma cinco segundos de pausa antes de dar entrada al susurrarte conglomerado de voces. El timbre y la exagerada intensidad de la soprano alemana Anne Schwanewilms, conocida entre otras cosas por su interpretación en la Octava de Riccardo Chailly como segunda soprano (Una Poenitentium), no es a mi gusto el más adapto para esta interpretación.

La Bamberger Symphoniker está enorme en este último movimiento, su aportación luego del coro con soprano es maravillosa, tal vez el mejor momento de toda la grabación. Mientras lo escucho me cuesta escribir, pone la piel de gallina, es sublime. En definitiva, el ascenso final, desde que nace del silencio y se propaga a través del coro, pasando por uno de los más sublimes y hermosos pasajes musicales que se hayan escrito nunca, hasta el final apoteósico, son en manos de Nott y su orquesta una autentico goce para el ánima.

21-VII-2011


© gustav-mahler.es