INICIO NOVEDADES ADMINISTRACIÓN ENLACES
NOTICIAS
CONCIERTOS
ARTÍCULOS
DISCOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA
BIOGRAFÍA
OBRA
ÁLBUM
DISCOGRAFÍA | CRÍTICAS DISCOGRÁFICAS
PROMISORIO PRINCIPIO

PABLO SÁNCHEZ QUINTEIRO


INTERPRETACIÓN | 8,5
SONIDO | 9
·································

5ª SINFONÍA
GÜRZENICH-ORCHESTER-KÖLN
MARKUS STENZ

OEHMS CLASSICS 88697 50650 2
SACD | 68.32 (12.01 / 15.50 / 10.12 / 12.22 / 18.07)
26-29/I/2009

Inmersos en la doble celebración mahleriana del 2010-2011 la proliferación de nuevas versiones, reediciones, cajas conmemorativas, etc. está siendo una constante de estos últimos meses ¡para alegría de los apasionados de la discografía mahleriana! No es de extrañar que no sólo se completen puntualmente ciclos en marcha sino que incluso se emprendan nuevas integrales –como el caso que nos ocupa- en un mercado que para muchos podría estar saturado. Así es habitual leer comentarios del estilo de ¿para qué más Mahler? o simplemente despachar las nuevas grabaciones bajo un comentario tan genérico como nebuloso: no aporta nada nuevo. Probablemente sean juicios atinados desde una perspectiva competitiva en la que las virtudes y flaquezas de cada versión se confrontan con ilustres antecesoras desde un punto de vista más cercano al de unos play-off mahlerianos. Pero para aquellos más interesados en la individualidad y singularidad de cada interpretación artística es fundamental conocer, sentir y ¿por qué no?, incluso admirar el Mahler que se hace en nuestros días, en esta segunda década del siglo XXI, como también podemos admirar el de los años cincuenta o el de los ochenta. En el arte las comparaciones carecen de sentido pero más absurdo es aun si cabe el plantear como meta o aspiración una mejora o progreso sobre el pasado.

El ejemplo que hoy comentamos es paradigmático de lo anteriormente comentado pues me atrevería a decir que estamos ante una grabación que realmente no aporta nada nuevo a estas alturas de la discografía: Mahler magníficamente interpretado, con una toma de sonido de lujo y leído con absoluta coherencia y lucidez desde el podium. Cuantos ejemplos podríamos citar de lo mismo en la abultada serie de magníficas Quintas. En ese sentido advierto directamente a los lectores que se encuadrarían en ese primer tipo citado que para ellos esta Quinta es una versión absolutamente prescindible. Y es que es de tal calibre el panorama discográfico de esta partitura que hemos llegado a un punto en que nos podemos permitir vivir sin una Quinta sobresaliente más. Sí, esa es la realidad de la discografía mahleriana; ha crecido tanto en cantidad y calidad que es natural que para muchos sólo lo exótico, lo inencontrable, lo vintage sea digno de admiración. A ellos les recomiendo que huyan de esta grabación que para más INRI es editada por una compañía “budget” y con un diseño bastante prosaico.

Sin embargo para el segundo tipo de lector, los interesados en la individualidad y singularidad de una interpretación debo recomendar encarecidamente esta Quinta de Stenz. Una Quinta que aparte de los excelentes credenciales técnicos está llevada con la máxima lucidez de ideas desde el podium. En la disección de la interpretación señalaré aspectos conflictivos frente a otros reveladores; inevitables luces y sombras que no deben ocultar que estamos ante una lectura que subyuga de principio a fin, que en ocasiones nos emocionará, en otras nos sorprenderá y en otras nos dejará un tanto escépticos. Pero el balance final será que hemos disfrutado una versión viva, fresca, impactante y, como tantas otras que comentamos en esta sección, fruto del asombroso panorama internacional de orquestas y directores de hoy en día.

Los protagonistas de esta grabación, orquesta y director, aunque bien conocidos por los aficionados merecen un comentario. Stenz es un director relativamente joven (1965) formado en los ochenta como los Metzmacher, Nott, Gilbert, Paavo Jarvi, Marc Albrecht, Mena en España y un largo etcétera de tantísimos directores jóvenes que alcanzan una madurez respetada pero sobre los que planea la sombra de aquellos que el destino y la historia -caprichosa, como ella misma nos demuestra que es- han convertido en venerados y venerables. Sin saber muy bien el por qué ni el cómo algunos de ellos sin duda serán elevados al status de leyenda y las próximas generaciones de aficionados los pondrán como ejemplos de un pasado que no sólo siempre fue mejor sino que además nunca volverá. Pero lo importante que hoy por hoy disfrutan de la posibilidad de grabar y llevar por el mundo la mejor música en unas condiciones técnicas primorosas.

De los citados Stenz ha sido especialmente preconizado en las antípodas pues durante seis fructíferos años ha sido director artístico de la MSO, la Melbourne Symphony Orchestra. Con ella ha realizado varias grabaciones mahlerianas, destacando una Segunda y una Quinta. En la actualidad es director principal de la Gürzenich-Orchester-Köln con la cual protagoniza este ciclo en marcha del cual recientemente ha aparecido una segunda entrega sinfónica, la Cuarta Sinfonía.

Y de la antiquísima Gürzenich-Orchester-Köln es una alegría constatar que tras la etapa con James Conlon, algo exigua en el panorama discográfico mahleriano –sólo una Cuarta y una Quinta- pero plena en el frente Zemlinsky, recupera su tradición mahleriana que data de los estrenos de Tercera y especialmente de la Quinta.

Presentación discreta…En esa necesidad de aportar valor añadido a las interpretaciones y grabaciones mahlerianas en las notas del CD se publicita el hecho de haber sido responsable del estreno de la obra incluyendo incluso una reproducción del anuncio del estreno. Más de un siglo después el regreso de Stenz a Europa ha visto su debut en los Proms -año 2008- momento para el que configuró un programa especialmente atractivo en el que se evocó el programa del estreno de la sinfonía mahleriana.

Estas consideraciones pasan un segundo plano ante la interpretación pura y dura de la cual destacaría los siguientes aspectos:

I. Im gemessenen Schritt. Streng. Wie ein Kondukt. Tal como pasa en muchas versiones de esta obra la forma en que es moldeada la fanfarria inicial representa una síntesis o anticipo de lo que este primer movimiento nos deparará. En el caso que nos ocupa se trata de un arranque decidido, contundente, directo, probablemente no el más habitual. La concisión que lo caracteriza define en cierto modo al movimiento. Así el tutti aunque inevitablemente impactante llama la atención por lo lapidario. La resolución de esta espectacular afirmación inicial es igualmente directa y concisa.

Esa ausencia de dramatismo se confirma en la Trauermarsch que sin embargo no por ello deja de resulta atractiva. Las cualidades de la versión empiezan a hacerse patentes: a un tiempo vivo Stenz introduce una serie de inflexiones y énfasis que hacen que la marcha desfile de forma especialmente sugerente. De hecho hacía tiempo que no escuchaba una versión tan próxima a los rollos de pianola mahlerianos (que nunca está de más insistir; deben ser abordados con no pocas reservas). No es que esto ¡ni mucho menos! sea un valor en sí mismo, pero da una idea del carácter de la sutil concepción de Stenz. Que este huye de efectismos o dramatismos es evidente también en la reaparición del clímax –nuevamente y a pesar de lo citado contundente- cuya frase conclusiva de los trombones (justo antes del inicio del nº4 Wieder etwas gehaltener) no es especialmente sobrecogedora. La reaparición de la marcha resulta igual de subyugante, plena de encanto y en absoluto Pessante. La evocación del Ländler, sobrio, sencillo y directo le confiere un especial atractivo. Estamos desde luego ante una refrescante aproximación. Bienvenida sea desde luego esa levedad que espero no resulte insoportable.

El Trío: Plötzlizch schneller. Leidenschaftlich. Wild (5’05”) estalla con una gran energía e intensidad. Su expresivo clímax tchaikovskyano al inicio del nº10 (6’11”) resulta algo carente de fuerza. Era de esperar pero tal vez aquí resulte más discutible, como también a determinados oídos molestará la tosquedad en el decrescendo a 7’16” aunque precedido de un clímax solemne y majestuoso.

Pero curiosamente al final -como se demuestra en el retorno de la marcha Schwer (nº12, 7’26”)- lo que subyace es un fatalismo probablemente más inquietante que el dramatismo de versiones más teatrales. Es el arte de decir las cosas sin decirlas ¡De lo mejor del movimiento esta sección sin duda!

Los redobles de timbal que dan paso al segundo trío (nº15; 9’23”) nos demuestran que lo importante en esta grabación no es el refinamiento orquestal ni el color ni la exuberancia. Esta sección es especialmente incisiva y cortante. El lamento Klagend (nº18; 10’50”) que la cierra da paso a una coda de una impresionante desnudez y que se cierra con un pizzicato final extraordinariamente leve y misterioso.

II. Stürmisch bewegt. Mit grösster Vehemenz. El segundo movimiento se abre con gran fuerza: un contundente aunque no explosivo Sturmisch bewegt. El nº2 (0’34”) sigue en esa línea, lejana al desquiciamiento de tantas versiones. Sorprende que a pesar de no moverse en extremos dinámicos la transición al Bedeutend langsamer (nº5; 1’13”) no sea satisfactoriamente graduada. Los sucesivos cacareos de flautas, oboes, clarinetes y de nuevo alternativamente oboes y flautas resultan algo secos. Sin embargo es soberbio el canto de los chelos (1’30”); algo contenido pero al mismo tiempo de la marcha inicial, tal como pide Mahler. En lo que podríamos llamar el tema de Herrmann (2’42”) pues sin duda fue incorporado como una seña de identidad por este compositor Stenz vuelve a sorprendernos construyéndolo de forma intensa pero sin exagerar el acento romántico. Es otro tipo de énfasis; un empaque que nace directamente de la música, de las notas y no de lo que asociamos a ellas.

Tras el retorno del Tempo I en apariencia similar el lento de chelos a los 4’20” (final del nº11; Langsam) y la preciosa entrada de las violas a 5’22” impactan por su desnudez. Es una lectura lenta y contemplativa que resulta a la vez muy natural. Un gran momento.

La trompas con sordina al inicio del nº13 (6’15”) son un buen ejemplo de cómo mantener la tensión ateniéndose a lo esencial mientras que la cita del Ländler de la Trauermasch del primer movimiento -¡siempre constante el vínculo entre los dos grandes bloques que forman la primera parte de la sinfonía!- a 7’12” nuevamente resulta evocadora sin exceso.

Donde tal vez Stenz es demasiado literal es en el nº16 (7’47”) Piu mosso súbito, aber immer noch nicht so schnell wie zu Anfang en el que sigue demasiado al pie de la letra esta indicación. En las primeras escuchas me satisfizo esta elección; semanas después no lo tengo tan claro. Sea como fuere lo positivo es que acentúa el contraste con el Pesante 8’20”.

En el eje de gravedad del movimiento, la transición al nº20 (8’58”) sí que se echa en falta más testosterona en el pistoletazo de timbal y platillos como también algo más de ansiedad en el nº24 (9’30”). Stenz obviamente no la quiere desplegar reservándola para el majestuoso primer clímax Wuchtig (10’59”). Pero nunca alcanzamos una sensación de culminación, ni en siguiente clímax, en el Pesante (nº27; 12’00”) ni en el Höhepunkt a 12’40”. Tal vez por ello los últimos coletazos del Tempo I resultan algo bruscos –aunque siempre interesantes. El movimiento se cierra con un pp del timbal, indicación respetada al milímetro.

Concluye así un movimiento probablemente menos logrado o acabado que el primero, desde luego con más puntos polémicos pero digno de ser ensalzado por su independencia y originalidad.

III. Scherzo. Kräftig, nicht zu schnell. Stenz y su Orquesta Gürzenich nos ofrecen un sobresaliente Scherzo. Aunque el solista de trompa está a la altura de las demandas de la partitura una vez más hay que insistir en que el refinamiento orquestal no es el aspecto que más parece preocupar al director. Se trata de una lectura de forma general centrada, equilibrada, con carácter aunque en modo alguno excesivo.

Tras una decidida presentación de la trompa, la entrada de los violines sin ser acerada o siniestra sí se perfila incisiva. Hay también una cierta urgencia nerviosa en la entrada de las violas en el nº2 (0’46”), pero el tono general de esta primera parte es positivo y transparente. Es de lamentar que curiosamente la intervención del Glockenspiel (1’21”) no haya sido grabada con la presencia suficiente lo cual resta brillantez a la interpretación.

El etwas ruhiger nº6 (2’30) es efectivamente sólo ligeramente más lento, lo cual no es habitual. Esto no le resta temperamento; temperamento que podríamos describir en esta interpretación como más gracioso –por su acentuación nada recatada- que melancólico.

La reaparición del Tempo I esta vez en boca de las trompetas (3’33”) está muy bien realizada, mientras que la indicación Wild al inicio del nº8 es seguida al dedillo en la poderosa entrada del timbal fff, éste sí perfectamente grabado (4’00”).

Esta energía liberada se mantiene y expande en el gran tutti que precede a la llamada de la trompa (5’13”) pero curiosamente ésta no es tan impactante como estamos acostumbrados. La indicación de la sección es etwas zurückhaltend y en la entrada de la trompa solista está indicado ritenuto. La indicación dinámica de la misma va desde el ff al pppp conclusivo. No es fácil saber que sonido buscaba Mahler con estas indicaciones pero parece lógico que su objetivo fuese conseguir el máximo impacto en este pasaje y esto en esta versión no se consigue, en parte porque estos requisitos dinámicos no son seguidos con excesiva coherencia.

El Molto moderato (nº11; 6’29”) nuevamente resulta sereno y bello; no especialmente nostálgico, mientras que el Tempo I (nº15;10’12”) hace que reaparezca la energía y el genio que curiosamente Stenz había domado en muchos momentos en los movimientos previos. La aparición del Holzklapper (10’39”) como pasaba también con el Glockenspiel está plasmado en un segundo plano. Una pena.

El nuevo retorno al Tempo I resulta igual de brillante y animado (nº17; 10’58”) con un desarrollo posterior vertiginoso, contagioso, eléctrico. En la segunda llamada de la trompa (nº28; 14’40”) se despliega una mayor energía que en la previa pero sigue sin ser convincente. Una coda vertiginosa y violentísima pone el cierre a este por momentos brillante movimiento.

IV. Adagietto. Es a mi juicio el Adagietto el movimiento que más se beneficia –por atípico- de sucesivas escuchas. Desde luego para ser apreciado han de ser borradas de la mente tantas versiones referenciales. En un principio podría parecer el menos acertado de la interpretación pero realmente es el más interesante, aunque, también es cierto, esto podría decirse de todas las versiones que lo llevan a un tiempo tan vivo que se acercan a la minutación atribuida a Mahler. Aunque esta cuestión del tiempo es sólo una más lo cierto que esta música llevada de una forma tan concisa adquiere un simbolismo bien distinto al habitual. Obviamente si la belleza es la cualidad que distingue a este movimiento podríamos decir que en esta versión estamos ante una belleza de otra naturaleza.

Se inicia de forma extraordinariamente leve; naciendo, más que nunca, desde la nada. El tiempo se acelera ligeramente de forma progresiva. A pesar de ello la música no pierde su carácter sublime y como prueba la entrada de los chelos seelenvoll (1’03”). El primer clímax ff en el fliessend despliega una gran energía que contrasta con la leve sección que lleva al dramático, vibrante y angustioso Fliessender (nº2;3’28”) en el que el nerviosismo es más efecto del énfasis que del tiempo acelerado.

Cuando la música se serena en el pp subito (4’13”) se echa en falta la transfiguración del discurso que tantos directores despliegan. Es una lectura sin duda más directa y descarnada. De hecho sorprenden las convulsiones (5’07”) que preceden a retorno del Tempo I así como el marcado glissando (5’44”) de violines y violas.

El Molto Adagio es nuevamente sereno e impactante como también intimista resulta el noch langsamer que conduce al crescendo drängend final; directo, expeditivo pero de gran impacto.

V. Final

Stenz construye un final claramente afirmativo, con un desarrollo intenso y explosivo.

Se abre con un acertado diálogo de los solistas en una introducción impecable en la que tal vez únicamente el etwas langasamer del clarinete en el compás 16 no es tenido muy en cuenta. El Allegro giocoso, Frisch (0’44”) en el que la trompa da el banderazo de salida nos da una idea de la concisión y fuerza de la interpretación. El contrapunto de la cuerda en el nº2 (1’15”) sempre l’istesso tempo y el Grazioso subsiguiente (nº4, 2’10”) –hermosa reminiscencia del Adagietto- a pesar del tiempo vivo sorprenden por su limpieza y claridad tímbrica.

A 2’46” (nº5) el retorno del Tempo I, súbito no ofrece ningún tipo de reticencia. Los tres elementos citados: el Allegro giocoso, el Grazioso y el pasaje contrapuntístico de la cuerda se cruzan y entrecruzan en un entramado melódico, en esta versión especialmente exultante. Lecturas como la de Stenz demuestran la prodigiosa escritura de este movimiento, muchas veces olvidado en el conjunto de la producción mahleriana y sin embargo un absoluto prodigio de imaginación melódica y de orquestación.

Sin ser una gran explosión romántica el carácter del Grazioso (4’00”) es eminentemente evocador. El primer crescendo llega con una naturalidad y fuerza aplastante (nº11; 5’44”).

En el nº16 (7’16”) el grazioso enriquecido con las trompas en un difícil diálogo sigue arrastrándonos con su encanto y energía. El crescendo en el nº19 (8’48”) es tal vez algo brusco en su inicio pero conduce a una explosión orquestal desbordante en el Plötzlich wieder Anfang Allegro comodo (9’12”).

La pausa en el nº23 (9’53”) está bastante acentuada, pero realmente bien hecha; no desentona en absoluto. También magnífico Stenz en el anticlímax del Unmerklich etwas einhaltend (19’54”), un momento difícil de dotar de sentido. Más elogios para el cantabile nº29 (12’04”) especialmente hermoso y contagioso.

También es de señalar como la escala descendente que conduce al inicio de la conclusión (nº32) aunque tal vez no sea especialmente limpia resalta por el ff de los trombones (13’14”) como pocas versiones. A partir de ella la lectura es vertiginosa, probablemente de las más rápidas, sin ningún tipo de reticencia, como por ejemplo la extrañamente habitual en Jansons en el sehr drängend (nº33). El Pesante (13’37”) emerge como una explosión aplastante; brillante, excitante, respetando oportunamente el etwas gehalten y el posterior ritenuto (13’53”) y molto ritenuto (14’01”) antes del acelerando que conduce al Allegro molto und bis zum Schluss beschleunigend -hasta la conclusión- siempre acelerándose. Exultante final que corona sin duda el mejor movimiento de la versión.

18-VIII-2010

© gustav-mahler.es