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¿QUÉ MÁS SE LE PUEDE PEDIR?

ROLANDO MORENO LÓPEZ


INTERPRETACIÓN | 9,5
SONIDO | 9
·································

9ª SINFONÍA
BAMBERGER SYMPHONIKER
JONATHAN NOTT

TUDOR 7162
2 SACD | 83.29 (29.46 / 15.38 / 12.47 / 25.18)
15-19/IX/2008

Entre la oleada de nuevos directores “mahlerianos” o que al menos comienzan a producir interpretaciones de Mahler llevadas a disco de un modo constante, hay nombres que ya comienzan a ser reconocibles tanto por su calidad interpretativa como por la orquesta que les acompaña. De este puñado de directores que podríamos llamar la nueva guardia mahleriana, aunque algunos ya han interpretado a Mahler en periodos anteriores pero es actualmente cuando están sacando a la luz sus interpretaciones, podría citar los binomios Zinman-Zurich Tonhalle Orchestra, Fischer-Budapest Festival Orchestra y Nott-Bamberger Symphoniker. Estos sin dejar a un lado a nuevos directores que interpretan la música de Mahler con diversas orquestas, como es el caso de Daniel Harding, Gustavo Dudamel, Fabio Luisi y Markus Stenz entre otros. Concretamente en el caso de los binomios citados hay un aspecto importante a resaltar como lo es la estrecha relación que tienen entre orquesta y director, llegando a un punto que funcionan entre si como un cuerpo viviente comandado por un cerebro que no es solo quien los dirige sino que forma parte esencial del sentir de la orquesta, una especie de órgano cerebro-corazón. En una entrevista hecha al pianista Alfred Brendel publicada por la revista Gramophone (enero-febrero 2009), Brendel se refiere tanto al caso de Zinman como al de Fischer. En el caso de Zinman y la Zurich Tonhalle, hace hincapié en las buena relación existente entre director y orquesta llegando a expresar que nunca había visto algo igual. Al referirse a Fischer y la Budapest Festival el mítico pianista checo dice textualmente: “Creo que será un grandísimo director; encima, la orquesta es muy buena y entre ellos hay una conexión muy especial”. Por otro lado, el binomio Nott y la Bamberger está en boca de todos los medios especializados, puntualizando constantemente el idilio que viven director y orquesta hasta el punto que responsabilizan a Nott y su empatía por el tan alto nivel al que ha llegado la orquesta, que dicho sea de paso, recientemente ha sido escogida por la crítica alemana como una de las mejores orquestas del país. De este modo tenemos no solo a tres directores de gran nivel y progresión sino que también a tres orquestas consideradas de “segundo orden” que están dejando en entredicho a las grandes de “primera línea”.

En la siguiente tabla se muestra, a modo de información general, en que estado se encuentra la producción mahleriana actual, en lo que a sinfonías se refiere, de los tres binomios en cuestión, indicando con X las interpretaciones que ya han salido al mercado:

Como en este caso solo me corresponde abarcar la Novena interpretada por Nott y su Bamberger Orquesta dejaré a un lado a los otros dos binomios y sus conseguidísimas interpretaciones de las cuales ya Pablo Sánchez Quinteiro ha desarrollado sendas críticas, para centrarme exclusivamente en la última sinfonía completada por Mahler en vida y su muy interesante interpretación en manos de Nott.

Antes de entrar de lleno en la obra quiero hacer un breve recorrido por la historia de la orquesta y su director. La Bamberger Symphoniker fue fundada en 1946 siendo la sustituta de la desaparecida Orquesta Filarmónica Alemana de Praga (1939–1945) dirigida por Joseph Keilberth hasta su desaparición. Hay que destacar que por la Bamberger han pasado directores de primera línea como lo fueron Eugen Jochum y Horst Stein. Es en enero 2000 cuando entra Jonathan Nott como director principal. El director inglés nacido en 1962 cursó sus primeros estudios de música en la Universidad de Cambridge, luego estudió canto y flauta en el Royal Northern College of Music de Manchester. Nott hizo su debut en 1988 en el Festival de Opera en Battignano, Italia. En 1989 fue nombrado Kapellmeister en la Ópera de Frankfurt. En 1991 fue nombrado Kapellmeister en el Hoch Hesse Teatro Nacional de Wiesbaden y llegó a ser director jefe interino para la temporada 1995-96. Más tarde se convirtió en el director musical del Teatro de Lucerna y desempeñó el cargo como director principal de la Orquesta Sinfónica de Lucerna de 1997 al 2002. Con la Filarmónica de Berlín ha grabado varias obras para orquesta de György Ligeti, como parte de la contribución para Teldec a las obras completas registrada de Ligeti. Se convirtió en director musical del Ensemble InterContemporain (EIC) en el año 2000, puesto del cual renunció en el 2003 y de inmediato asumió el cargo de director invitado principal. Nott se convirtió en director principal de la Orquesta Sinfónica de Bamberg, en enero de 2000. Su actual contrato con la orquesta finaliza en el 2010 pero se estipula un alargamiento de dicho contrato.

Luego de esta breve introducción, ya entrando de lleno en la crítica, solo apuntar lo comentado por Juan García-Rico en su reportaje titulado Tras la Esencia de Mahler y publicado por la revista Scherzo (10/2009) “Jonathan Nott y la Sinfónica de Bamberger han decidido hacer de Mahler su estandarte discográfico y su caballo de batalla en las salas de concierto de medio mundo. Tras la interesante Primera y Quinta, y la gran acogida internacional de una Cuarta absolutamente excepcional, el ciclo actualmente en marcha en el sello suizo Tudor llega a un punto que resulta ineludible en esta temporada: la Novena”.

El primer movimiento (Andante Comodo) se abre de manera serena y susurrante, la trompa se asemeja a la corneta de un gran barco escuchado desde muy lejos, las consiguientes notas del arpa son perfectamente audibles. El inicio es ejecutado desde una perspectiva lírica en cierto modo semejante al inicio de la Novena de Chailly, acentuada en los puntos líricos pero no tan amplia, también se me ocurre Giulini como ejemplo, pero el inicio en manos de Nott es en cierto modo más dinámico. De esta manera continua el enfoque hasta el minuto 3’19’’ en donde el crescendo evoluciona de forma tensa pero sin perder control, es en la culminación del tutti en donde Nott da las primeras muestras de genialidad, retrasando por una milésima de segundo el punto máximo, acumulando así la mayor tensión posible para luego ser liberada de forma vertiginosa como quien cae de la cresta de una colosal ola. Es en este punto en donde considero que comienza a ganarle la partida a interpretaciones tan amplias y líricas como la de Chailly o Giulini, el director ingles inicia la sinfonía de manera amplia pero aprovecha la energía acumulada del crescendo para liberarla de un modo tan punzante que logra cambiar la dinámica del enfoque mantenido hasta ese momento y transforma el sucesivo desarrollo de una manera más parecida a una perspectiva tipo Bernstein. De este modo Nott y su orquesta desde el inicio plantean la posibilidad, y crean un precedente, de las dos alternativas sin que estas creen conflicto entre sí, haciendo hincapié en los puntos líricos pero manteniendo la tensión necesaria. Muy interesante la marcha (7’13’’) puntualizando rigurosamente la rítmica continua, e interesante también el pasaje lento (7’46’’) interpretado de manera misteriosa pero no exenta de una armonía interna que es reveladora. Como resultado de este juego de tensiones, aunque el movimiento es ejecutado de forma amplia en general (29:46 duración total) como ya he apuntado anteriormente, da la impresión de que Nott mantiene completamente las riendas y no se queda en tierras de nadie como suele suceder en otras interpretaciones de este tipo. Al final del movimiento permanece una sensación polivalente que se divide entre una serenidad y delicadeza reveladora acompañada de una creciente fuerza vital sustentada en la energía irradiada. Es importante resaltar que la orquesta ejecuta todo el movimiento con unos cuidados microscópicos en los detalles, Nott mantiene el discurso en todo momento.

En el inicio del segundo movimiento (Im Tempo eines gemächlichen Ländlers. Etwas täppisch und sehr derb.) se mantiene la fuerza justa puntuando estricta y milimétricamente el ritmo del vals, presentándolo de una manera vivaz pero sin los excesos de interpretaciones como la de Rattle con la Filarmónica de Berlín. La interpretación mantiene la perspicacia y la mordacidad propia del movimiento, en el que Nott no se desvía ni un segundo de las indicaciones de Mahler, que por otra parte es un aspecto constante en toda la interpretación de la obra. Nott se ciñe minuciosamente a la partitura interviniendo en los momentos adecuados pero sin quitar el protagonismo a la escritura. Uno de los momentos más impactantes del movimiento se verifica en el desarrollo del Tempo III el cual es ejecutado de una manera muy viva, con una dinámica estrictamente puntuada, al igual que el inicio del movimiento, pero con un ritmo enérgico al modo de danza. El retorno al Tempo I es brillante y la coda mantiene el tono irónico que rodea a todo el movimiento pero se va diluyendo de una manera minimalista ejecutada con natural armonía.

El Rondo-Burleske es interpretado de manera decidida y de un modo tan irónico que resulta verdaderamente desconcertante. En este movimiento se puede apreciar el excelente estado de forma de la orquesta haciendo brillar todo lo que toca. Increible la armonía y delicadeza en los detalles en lo que a los pasajes lentos centrales (5’55’’ – 9’55’’) se refiere, siendo el Trío de un intensidad contenida que pone la piel de gallina. Por si ya no hemos tenido suficiente, es en la Coda en donde Nott y su orquesta despliegan todo su potencial y precisión, hay que escucharla para saber hasta que nivel de perfección puede llegar la Bamberger. En la critica del CD publicada en la revista DIVERDI (septiembre 2009) José Luis Pérez de Arteaga describe mejor que nadie el cierre del movimiento: “la coda del movimiento es de vértigo, como si Nott lanzara a su orquesta al abismo convertido en el capitán Ahab de la nave”. Es definitorio dicho comentario, solo puedo agregar que la orquesta responde perfectamente a semejante hazaña.

Si a estas alturas Nott y la Bamberger han interpretado la sinfonía de manera magistral, solo cabe esperar el Finale cuyo desarrollo es antológico en esta grabación. Estamos según palabras del mismo Arteaga en su mencionada reseña para DIVERDI ante “acaso la mejor realización moderna del movimiento, con una atención tan milagrosa a cada detalle de los pentagramas como acaso no se había dado desde Karajan”. Y es que Nott, como ya he dicho anteriormente, muestra una minuciosidad en cuanto a la partitura que resulta sorprendente. Su enfoque es profundamente analítico pero sin restar sensibilidad, mezcla que resulta compleja y que generalmente suele sacrificar una de las dos características en pos de la otra, como es el caso de la Novena interpretada por Boulez y la Sinfónica de Chicago, en la cual el francés da prioridad a dicho enfoque analítico pero en el plano emocional deja un vacío.

El Adagio se inicia de forma correcta desplegando esa tensión contenida a modo de columna sonora para luego fluir de una manera nostálgica y evocadora. Es importante recalcar que el sonido que produce la Bamberger no es tan espectacular como el de la Filarmónica de Berlín en el caso de su interpretación con Rattle a la batuta, sino que es mucho más transparente y natural. El enfoque es de una profundidad desoladora llegando a un nivel de perfección tal que en los compases de cierre, en los que la música debe ir diluyéndose, “agonizando” según la acotación del pentagrama, Nott hace exactamente eso, siguiendo al pie de la letra cada una de las observaciones, los paréntesis de silencio parecieran alumbrar de manera reveladora por encima del motivo de cuatro notas anhelantes que le sobrevienen.

En resumidas cuentas estamos ante una gran Novena, muy equilibrada en su totalidad, milagrosa en cuanto a su detallada lectura y su transparencia interpretativa. Registrada de manera brillante haciendo audible hasta lo inaudible. La version de Nott reúne las mejores cualidades de cada una de las Novenas que he nombrado en el transcurso de la crítica y logra no caer en los errores cometidos en el pasado. Cabe destacar la impecable edición y el diseño del libreto, incluyendo en la contraportada una hermosa fotografía del paisaje de Toblach/Dobbiaco lugar en donde vieron la luz las últimas composiciones de Mahler. ¿Qué más se le puede pedir?

14-X-2009


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