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DISCOGRAFÍA | CRÍTICAS DISCOGRÁFICAS
DILES QUE NO ME INTERPRETEN

PABLO SÁNCHEZ QUINTEIRO


INTERPRETACIÓN | 9
SONIDO | 9
······························

5ª SINFONÍA
TONHALLE-ORCHESTER ZÜRICH
DAVID ZINMAN

RCA 88697 31450 2
SACD | 73.38 (13.22 / 15.25 / 18.44 / 10.45 / 15.22 )
17-19/IV/2007

Con esta nueva grabación el ciclo Zinman/Tonhalle Zurich, que tantas alegrías está deparando a los mahlerianos, se adentra en el territorio de las que se han dado en llamar las Rückert-Sinfonías. Aunque personalmente no aprecio excesivamente esta clasificación, sí diría que Zinman y sus músicos de Zurich inician una nueva etapa en su ciclo, pues a partir de esta Quinta se enfrentan a una dura competencia discográfica, pues no cabe duda de que la discografía de las tres sinfonías centrales es abundante en excelentes interpretaciones; muy especialmente la que aquí se trata.

Para el que esto escribe el balance de las cuatro primeras entregas del ciclo, las Wunderhorn-Sinfonías, ha sido extraordinario. Interpretaciones cuidadas y muy trabajadas en las que es evidente que el director ha conseguido plasmar el Mahler que tenía en mente gracias a una orquesta que brilla a un nivel extraordinario y a unas tomas de sonido que han ido mejorando progresivamente hasta alcanzar niveles excelentes que en esta nueva Quinta se confirman. Zinman no sólo ha conseguido recrear a Mahler desde una perspectiva original, desde luego refrescante en el contexto del peligrosamente saturado mamotreto discográfico mahleriano, sino que a la vez lo ha conseguido realizar de forma impecable tanto en el fondo como en la forma.

El Mahler de Zinman –es curioso que hayamos tenido que esperar a que este director se haga septuagenario para poder usar esta expresión, pero así de despiadado es el mundo de la discografía- se construye sobre dos sustentáculos fundamentales: conceder el máximo respeto a la partitura y prescindir de cualquier exceso interpretativo. Este segundo aspecto ha sido alegado por algunos para sustentar la hipótesis de que estas grabaciones son versiones distantes, apenas implicadas emocionalmente. Nada más lejos de la realidad pues estos dos pilares citados caminan siempre de la mano y afortunadamente las sinfonías de Mahler contienen infinidad de indicaciones expresivas que como he comentado en críticas previas el director americano sigue de forma escrupulosa. Lo que sí es indudable es que Zinman no utiliza las partituras mahlerianas para airear sus filias y fobias personales, limitándose a dejar que la música hable por sí sola, haciéndolo de la forma más fidedigna posible a lo que está plasmado en la partitura. En este sentido me parece oportuno recordar la anécdota protagonizada por Maurice Ravel, él cual pedía lo siguiente sobre los pianistas que se enfrentaban a sus partituras: “por favor, diles que no me interpreten; que se limiten a tocar la obra”. Sin llegar a caer en los extremos de esta simpática hipérbole lo cierto es que podemos considerar que a este modelo responde el Mahler de Zinman. Éste no necesita subrayar retardandos, exagerar dinámicas, abusar del vibrato… ya tienen de por si suficientes indicaciones las partituras mahlerianas como para que el director tenga que jugar a los dados con ellas. Sí es cierto que en ocasiones las excelentes tomas sonoras del ciclo -recordemos ¡el primero en SACD!- resalten aspectos de la partitura hasta ahora inéditos. En ese sentido las entregas mahlerianas de Haitink en CSO Resound son también paradigmáticas. Aunque respetadas opiniones como José Luis Pérez de Arteaga (ver entrevista en gustav-mahler.es) o nuestro colaborador Rubén Flórez Bande se muestran a menudo escépticos sobre el presente y futuro de la discografía mahleriana, personalmente pienso que ya no sólo interpretativamente sino apoyados en la implantación del SACD estamos viviendo en este siglo XXI un renacimiento de la misma.

Además de estas consideraciones citadas, para mi claves, se podría añadir un tercer factor, subjetivo pero no menos importante, que enriquece este ciclo; la gran pasión del director americano por la música. Aunque dicho así resulte una obviedad pues pasión es lo que se puede y debe esperar de cualquier gran batuta, ésta es tan intensa en el caso de Zinman que resulta imposible ignorarlo. Y me viene este aspecto a la memoria y de ella al teclado a raíz de disfrutar estas últimas semanas, gracias al citado Rubén Flórez, de la retransmisión televisiva del ciclo sinfónico de Robert Schumann, en la cual cada sinfonía era precedida de los comentarios del propio Zinman. Documento único en el que se hace patente su pasión por la música por la forma espontánea y entusiasta con que habla sobre ella a los espectadores, pero también por su interés en profundizar en el mundo del compositor tanto en sus circunstancias personales como históricas. Desde luego no estamos ante un Boulez quien de partida niega cualquier interés a los aspectos biográficos. Y cito el caso del director francés pues más de uno ha emparentado el Mahler de Zinman con el de Boulez cuando realmente son mundos aparte.

En definitiva, teniendo en cuenta lo citado anteriormente y añadiendo la proverbial musicalidad del director americano, no me resulta sorprendente que a lo largo de este ciclo en marcha ya me haya encontrado en él con algunas de las versiones más emotivas de movimientos como el Langsam final de la Tercera o el Ruhevoll, final de la Cuarta -¡y ya son décadas de pasión mahleriana del que esto escribe!

I. Im gemessenen Schritt. Streng. Wie ein Kondukt

El solista de trompeta, el francés Philippe Litzler abre la sinfonía de forma impecable; con gran elegancia y facilidad –como si se tratase de un calentamiento para lo que la sinfonía le depararía. De afinación muy centrada no muestra ninguna dificultad en el registro más agudo. El tutti subsiguiente, solemne y muy dilatado es recreado con una gran crudeza; resultando de lo más amenazador. En el decrescendo sucesivo se aprecia perfectamente el rango dinámico de esta grabación que mantiene de una forma realista las gradaciones de volumen sin recurrir a una amplificación exagerada o a un close-miking de los solistas. Por otra parte los lamentos de la trompa que acompañan a este decrescendo son un buen ejemplo del buen gusto de Zinman quien huye de la teatralidad habitual con que se interpretan.

La Trauermarsch es recreada a un tiempo medio vivo y confiriéndole una enorme belleza que se ve realzada por su levedad y por la ausencia de dramatismo o nihilismo. No es ni mucho menos una recreación plana; así los muy marcados pizzicatos de la cuerda grave le imprimen un carácter enérgico. También merece ser reseñado como los violonchelos interpretan su parte auténticamente piangendo (2’00”) tal como Mahler pide. En resumen, una auténtica delicia escucharla. Tras la reaparición, en el transcurso de la marcha, de la fanfarria inicial llega el Wieder etwas gehalten (3’10”) que Zinman interpreta con gran acierto, arrastrando la melodía justo lo necesario. El plañido del viento en el número 5 resulta extraordinario. Es de señalar que Zinman utiliza los platillos tal como pide Mahler (militärisches Art, a la manera militar). Esto le confiere a la marcha un cierto distanciamiento, hasta el punto de que concluye sin ninguna resignación –una vez más Zinman dejando que la música suene por si sola.

El tchaikovskyano primer trío, número 7 de la partitura marcado como Pötzlich schnell. Leidenschaftlich. Wild es efectivamente poderoso, salvaje. La mayor dificultad radica en el precipitato de trompa ejecutado con gran perfección. El trío se resuelve con gran contundencia en un pasaje que permite el lucimiento del metal de Zurich. Me he estoy deteniendo más en aspectos de color instrumental pues este es uno de los grandes aciertos de esta versión.

La marcha fúnebre en su segunda aparición nos resulta ahora sutilmente más emotiva. En cierto modo teñida de nostalgia, como si su reaparición en el pentagrama fuese ahora una evocación de episodios previos en la propia partitura. Esta es desde luego la forma en que Zinman traduce la indicación Schwer, tan abierta a interpretaciones. El segundo trío resulta especialmente sutil; de tan sutil se hace mordaz, opresivo. No se resuelve con la energía acostumbrada, sino que una vez más Zinman se decanta por una especie de suspensión. Magnífica interpretación y ejecución del Klagend final con una presencia en primer plano de los violines col legno los cuales dejan paso a un sutil esforzando final.

II. Stürmisch bewegt. Mit grösster Vehemenz

Para aquellos que vean en Zinman un director anodino que mejor pasaje para desengañarlos que el arranque del segundo movimiento. Aterrador, de una violencia que se podría considerar tan palpable como audible. El lento subsiguiente Bedeutend langsamer (1’42”) es de una gran limpieza, muy sutil con un viento extraordinario. También los cellos en su “tchaikovskyano” molto cantando resultan de lo más introspectivos. Directo y sin excesos, esto no es óbice para que este pasaje resulte tan evocador como cualquier versión a flor de piel.

Se suceden a continuación el Tempo I subito (3’48”) nuevamente de gran energía, así como la reaparición de la sección lenta Drängend (4’40”), cargada de emoción; muy nostálgica, lenta y doliente. Escúchese por ejemplo como a los 6’14” moldea Zinman de forma sublime la línea melódica. Tal vez en algún momento se puede echar en falta un punto más de tensión, por no decir que algún pasaje puede llegar a resultar excesivamente aséptico. Así a los 7’17” el Plötzlich bedeutend Langsam, en el cual retorna el tiempo de la Trauermarsch inicial, frente a versiones más incisivas choca por su serenidad en esta lectura. Personalmente aprecio esta lectura etérea, distante, sin duda sugerente, pero reconozco que no tiene por que convencer a todos los paladares.

El Piu mosso subito: nicht so schnell wie zu Anfang (no tan rápido como al comienzo) es interpretado siguiendo efectivamente esa clara indicación; no es lo habitual sin duda. Tras el Pesante (9’00”) el clímax central del movimiento surge con una fuerza implacable, aunque hay que especificar que frente a la lectura bernsteiniana clásica no estamos ante una versión a flor de piel. Sólo cuando es estrictamente necesario despliega Zinman la máxima tensión; es el caso de momentos sin duda neurálgicos como por ejemplo el Wuchtig o el Pesante subsiguiente que a su vez asombra por la nobleza con que es recreado. La coda nerviosa certifica que a pesar de las primeras apariencias se trata de una versión nerviosa, inquietante.

III. Scherzo. Kräftig, nicht zu schnell

El tercer movimiento se abre de forma decidida con la trompa de Mischa Greull quien hace una lectura relajada y brillante de su difícil parte. Resulta interesante recordar el comentario del propio Mahler sobre la obra: “Las voces individuales son tan difíciles de tocar que deben ser necesariamente interpretadas por solistas. Apoyándome en mi conocimiento de instrumentos y orquestas he compuesto los pasajes y movimientos más exigentes que he podido”.

Estamos ante un Scherzo desinhibido, descaradamente alegre y resplandeciente. Sin duda Zinman respeta la visión del propio Mahler: “No hay nada romántico o místico en él; únicamente la expresión de una extraordinaria fuerza. Estamos ante la humanidad a plena luz del día, en la cúspide de su existencia”.

Incluso en sus momentos más sombríos Zinman invita al optimismo El lento a 2’47” está por ejemplo imbuido por un cierto desenfado. En cuanto a la ejecución, no sólo el solista, sino también la orquesta está excelente, por ejemplo escúchense las cuerdas en el pasaje agitado (4’20”) que da paso a la primera llamada de la trompa (5’35”) –ésta sencillamente espectacular, muy lenta y majestuosa; sobrecogedora. Otros pasajes a reseñar son lógicamente la sección en pizzicatos (7’10”) especialmente sutil o la reaparición de la primera sección (12’00”) de gran energía.

Entre ambos ejemplos sólo la sección central podrá resultar algo fría o desangelada; pero personalmente me parece un acertado contrapunto en un clima general de gran vitalidad. Volviendo a la reaparición de la primera sección resulta interesante comentar que Zinman introduce un prominente redoble de timbal a los 12’55”, optativo en la edición crítica de la partitura y que a más de uno llamará la atención. Nuevamente la segunda llamada de la trompa (15’37”) es perfectamente ejecutada, sirviendo de preludio a un feroz final en el que Zinman exprime la tensión al máximo. Extraordinario.

IV. Adagietto (Sehr langsam)

Este hermoso capítulo dentro de la novela sinfónica que constituye la Quinta se inicia de forma etérea, leve, concediendo una cierta primacía al arpa lo cual me parece correcto. Tan leve es el inicio que el primer clímax (3’14”) hace su aparición de forma un tanto brusca, inesperada podría incluso decir. Por otra parte la convulsión central se convierte en una sublime plegaria que -aquí si que entramos en cuestión de gustos- puede llegar a parecer amanerada.

Lentitud, levedad y romanticismo definen a este Adagietto. Glisandos acentuados (7’15” por ejemplo), hermosos pianissimos, etc. en los que la cuerda de Zurich demuestra una excepcional sensibilidad y un control sutilísimo de las dinámicas. En resumen, un Adagietto tan bello como bellamente realizado. No recomendable para aquellos que prefieren versiones más asépticas o distantes de este movimiento.

V. Finale (Allegro; Allegro giocoso)

Lo hasta aquí comentado define lo que el Final en manos de Zinman y la Tonhalle nos puede deparar. Tras un inicio misterioso, de gran belleza -como si Zinman quisiese vincular los dos movimientos que forman la última parte de la obra- el tema cantabile (4’07”) es expuesto con gracia, serenidad; pero su desarrollo fugado va adquiriendo fuerza de forma progresiva. Zinman encuentra a mi juicio un acertado equilibrio entre los dos elementos definitorios del movimiento: las secciones cantabiles y líricas, y las fugadas, mucho más virtuosística.

Es interesante recordar que absolutamente todo el movimiento está escrito en modo mayor, es evidente que la felicidad y el optimismo desbordante deben reinar por encima de todo. Pero sin duda mucho más problemática es la resolución del movimiento por dos aspectos críticos. En primer lugar el Pesante que algunos directores como Jansons gustan de acentuar al máximo introduciendo un interesante elemento perturbador en la apoteosis final y que Zinman aborda de forma más discreta. Y por otra parte la indicación de los últimos compases del movimiento (687-710) Allegro molto und bis zum Schluss beschleunigend (hasta el final acelerando) que implica una aceleración progresiva que pocos directores siguen pues le resta impacto a la apoteosis final. Zinman la sigue de tal manera que la explosión final parece surgir en medio de la nada. Una especie de anti-clímax, falsa victoria, que comprendo no provoque el entusiasmo de muchos oyentes. Tras escucharla y re-escucharla infinidad de veces sigo sin saber muy bien a que atenerme. Personalmente lo considero válido, pero reconozco que estamos tal vez ante el talón de Aquiles de una versión que en su conjunto ofrece la máxima calidad en términos de interpretación y dirección, y que supone una valiosa aportación a la notable lista de excelentes Quintas Sinfonías; no para desplazarlas sí para complementarlas.

Por supuesto, como es habitual en el ciclo, excelente diseño y presentación del CD con cuidadas notas originales de Thomas Meyer. Resulta curioso que a los editores se les haya deslizado el error de incluir -tanto en la contraportada del CD así como en el índice de los tracks del libreto- el segundo movimiento en la segunda parte de la obra, error detectado por nuestro amigo mahleriano argentino Fernando G. Toledo.

07-X-2008

© gustav-mahler.es