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A CORUÑA · 16/JULIO/2013 · TEATRO COLÓN

PABLO SÁNCHEZ QUINTEIRO


4ª SINFONÍA / arr. Natalia Ensemble
Mª EUGENIA BOIX
NATALIA ENSEMBLE

(+ DEBUSSY: PRÉLUDE À L'APRÈS-MIDI D'UN FAUNE)

El martes 16 de julio gustav-mahler.es asistió en el Teatro Colón de A Coruña a un concierto mahleriano de lo más gratificante. El interés del mismo iba más allá del propio programa pues constituía -junto con la entrega del día anterior en el Hostal de los Reyes Católicos de Santiago de Compostela- la presentación en sociedad de un nuevo grupo de cámara, el Natalia Ensemble.

El Natalia Ensemble no es un grupo más en el panorama musical hispánico, escenario tan rico en entusiasmo y talento como pobre en apoyos y reconocimiento. Tal como explicó en una entrañable y amena presentación el alma mater del grupo, el clarinetista de Betanzos Darío Mariño, el Ensemble está formado por músicos que tienen en común el haber sido miembros de la Joven Orquesta Gustav Mahler. Esa etapa ya ha quedado atrás y en la actualidad la mayor parte de estos jóvenes o bien sigue una carrera concertística o bien forma parte de prestigiosas orquestas europeas. Así el propio Darío Mariño tocó durante varias temporadas en la Filarmonica de Berlín al lado del principal Wenzel Fuchs y actualmente es solista en la orquesta Das Konzerthaus de Berlín -orquesta que abre una promisoria etapa con Ivan Fischer como director principal. Es obligado destacar igualmente a la oboísta del Ensemble, la murciana Miriam Pastor que tras una etapa en la Sinfónica de Galicia ha recientemente accedido al puesto de corno inglés en la orquesta del Concertgebouw de Amsterdam. Pero estos dos músicos no eclipsan a sus compañeros pues todos son músicos excepcionales y en su conjunto una buena muestra del asombroso nivel alcanzado por la enseñanza musical en las últimas décadas en nuestro país.

Los integrantes del Natalia no sólo nos sorprendieron por su calidad sino también por su entusiasmo. De hecho sólo la pasión, el respeto y el cariño por la música explica que se hayan embarcado en este altruista proyecto que ha sido costeado parcialmente por sus propios bolsillos. Esto nos ha permitido disfrutar de un excelente programa al máximo nivel pero a un precio de lo más asequible.

Por desgracia -y este es el aspecto más penoso de esta reseña- la respuesta de las instituciones, al menos en lo que a la interpretación coruñesa corresponde, ha sido muy insuficiente e incluso a nivel mediático la repercusión ha sido mínima. No me gusta personalizar pero no puedo dejar de criticar la nula atención que el periódico más importante de nuestra ciudad ha dedicado a esta presentación. Máxime cuando es sangrante ver estos días en las páginas culturales del mismo periódico la enésima entrevista a todo color a un joven barítono de nuestra ciudad. Un ridículo agravio comparativo que es vox populi entre los muchos aficionados a la música coruñeses y que resulta del mayor descrédito para tan señalado medio.

Casualmente escribo esta crónica en la terraza de una fundación cultural en los Cantones coruñeses mientras unos manifestantes vestidos de amarillo alzan un clamor de insultos hacia los gestores de la entidad de ahorros matriz de dicha fundación. Sólo una palabra me viene a la cabeza, miseria. Que duda cabe que la miseria que ha abusado de la ingenuidad de los modestos ahorradores es la misma que lleva a ignorar y despreciar el talento de estos jóvenes. Exactamente la misma.

En cuanto a la vertiente estrictamente musical y centrándome en el plato fuerte mahleriano nuevo elogio para el grupo pues lo que nos ofrecieron fue una versión de cámara de la Cuarta inédita. Por desgracia no figura en las notas al programa la autoría de la misma aunque nos consta que es obra de los propios miembros del grupo. La versión de cámara es una opción habitual en los programas de concierto y en las grabaciones discográficas -de hecho dentro de unos meses la JONDE nos ofrecerá nuevamente en Galicia la obra en un programa incluido en el ciclo de música contemporánea (¡)- habitualmente en la versión de Erwin Stein o en menor medida en la de Klaus Simon. Frente a estas la versión que el Natalia Ensemble nos ofreció carecía de un instrumento tan importante en la obra como es la trompa, pero curiosamente este hecho, lejos de ser una limitación, nos ofreció una nueva tímbrica de la obra y demostró una vez más la ductilidad de la inspiración mahleriana.

Otro aspecto que marcó la interpretación de la sinfonía mahleriana fue la ausencia de una batuta rectora. Aun siendo una versión para 13 instrumentistas es tal la riqueza temática y de atmósferas de la obra; el continuo despliegue de sorprendentes transiciones y por su puesto las transformaciones extremas de tempi y de dinámicas, que realmente el afrontar la obra sin dirección resulta todo un reto para cualquier ensemble. Pero lo cierto es que en ningún momento se echó en falta la dirección. Al contrario, fue una concepción puramente camerística, con el atractivo que esto supone. Los músicos no estaban sujetos al pensamiento único del director sino que la música nacía de una forma más impulsiva, impredecible.

En definitiva, lo que se podría haber perdido en precisión se ganó en espontaneidad e inspiración. Obviamente esto no se consigue por arte de magia. No deja de asombrar como con un número limitado de ensayos consiguieron los músicos del Natalia semejante empaste y empatía.

No quiero prolongar excesivamente la lista de elogios pero merece un capítulo propio el vitalismo contagioso que el Natalia Ensemble transmite al público. Su virtuosismo está al servicio no de su lucimiento personal sino de la música, haciendo que los pentagramas cobren auténtica vida propia. En este aspecto el clarinete de Darío Mariño asumió la responsabilidad de arrastrar al resto de instrumentistas, no importándole incluso hipercaracterizar en determinados momentos su parte .

Con todos estos ingredientes asistimos a un primer movimiento intenso, vibrante, en el que el espíritu neoclasicista y la levedad habitual fueron reemplazados por una gran densidad. El inmenso despliegue de motivos musicales que Mahler plantea en esta obra -no era una bravuconada del propio compositor el afirmar que tenía ideas musicales para componer decenas y decenas de sinfonías- fue tratado de forma muy consciente, nada superficial; siendo siempre una lectura incisiva, nada rutinaria, ajena a planteamientos mas bucólicos o puramente líricos. Este fraseo decidido no nos privó sin embargo del necesario “gemülichkeit” y de un ubicuo contraste dinámico. Los tempi fueron de forma general vivos incluso en los pasajes más sombríos. A pesar de la reducida plantilla los tutti resultaron impactantes y muy cohesionados.

El segundo movimiento fue mucho más contrastado, acentuando el Natalia las diferencias entre las dos secciones principales; la más danzable y siniestra con el violin en scordatura y las más liricas que periódicamente le responde. Tras un vertiginoso comienzo, el segundo tema fue expuesto con un inconfundible sabor rústico, muy sugerente. De principio a fin fue en este caso una lectura incisiva. En las secciones lentas no se acentuaba la serenidad. Pero sí se resaltó el carácter evocador de este peculiar movimiento, el cual fue cerrado de forma expeditiva dando paso al bien distinto mundo del Ruhevoll.

En el Ruhevoll disfrutamos el mejor momento de una noche sublime. Fue desde su inicio una lectura muy sentida, bella, perfectamente fraseada. Hermosa la cuerda en la introducción y sublime la aparición del oboe. Frente a los dos movimientos previos en es este caso la lectura fue mucho más contenida -incluso en el Bewegt-, pero en ningún momento se cayó en lo anodino. Cada variación tenía vida propia y las transiciones fueron modeladas con un encanto exquisito. Si lo dos movimiento previos, en absoluto canónicos, sorprendieron sin duda a más de uno en el público, en este caso podemos decir que se trataba de un Ruhevoll para todo los gustos, de tan modélica que resultó su ejecución.

En el último movimiento se unió al grupo la soprano Mª Eugenia Boix quien demostró virtudes sobradas para cantar este difícil movimiento. Hubo contención en el bucólico inicio pero también sofisticación. Con la entrada de la soprano se acentúo el tempi pero esto no fue un problema para ella pues no mostró ningún apuro en las dificultades. El movimiento fluyó agradablemente con unos extáticos y efectivos ritornellos y la necesaria mordacidad en los interludios más siniestros. Una hermosísima disolución con una gran caracterización de Boix -notable su realización del dazu lacht- dio entrada a una calurosísima y contínua ovación.

Sólo añadir que el programa se se abrió con una adaptación del “Preludio a la Siesta de un fauno” de Debussy con un sublime solo de André Cebrián -grandísimo solista y nos consta que entusiasta activista del grupo. Y de propina una nueva adaptación, en este caso del “Negra Sombra”, emotiva y muy significativa por el contexto de imponderables que hemos descrito. Cierro esta crítica agradecido por tanto el regalo de entusiasmo, generosidad y juventud que este concierto supuso. Inolvidable.

© gustav-mahler.es